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“Hay pisos vacíos por todos lados. Esto va a explotar”

Las familias que han ocupado pisos vacíos de Emvisesa en el Nuevo Amate piden negociar con la empresa municipal para hallar un piso social.

el 15 ene 2014 / 23:07 h.

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La Policía Local y Nacional vigilaba ayer los pisos ocupados. La Policía Local y Nacional vigilaba ayer los pisos ocupados.

“Queremos un techo”. “Por todos lados hay pisos vacíos, de los bancos, del Ayuntamiento... Hay mucho abuso y esto va a explotar”. “Como dice esa pancarta, somos víctimas de la crisis, no queremos vivir por el morro, queremos un alquiler social”. Éstas son algunas de las frases que más se repetían a las puertas del bloque número 12 de la calle Carlos García Oviedo, uno de los edificios del Nuevo Amate, o la vieja Regiones Devastadas. Más de cuarenta personas (que incluso recogieron firmas) se concentraban en la mañana de ayer allí para apoyar a las cinco familias que siguen ocupando pisos vacíos de Emvisesa. Con niños, con pocos enseres, sin agua ni luz y con mucho frío. Además, la labor policial de ayer, lejos de relajar el ambiente, caldeaba aún más los ánimos. La Policía Local y Nacional impedía ayer que la prensa entrevistase a los ocupas y que éstos recibieran móviles, baterías o cargadores, nada de muebles o mantas, nada de juguetes. Sólo comida y agua. “Es una estrategia para cansarnos e incomunicarnos”, lamentaba la madre de una de las ocupas, María del Carmen Expósito. “Como le pase algo a mi hija o a mi nieta de 18 meses, que están solas, prendo fuego a todo esto”, sentenciaba tras criticar que el pasado martes ni siquiera dejaban entrar comida. “Ni la leche para la niña”.

Su hija, Verónica Chaparro, tiene 24 años (los años que María del Carmen lleva esperando una VPO), está en paro y vive “en un cuartillo de una azotea de esos pisos de ahí al lado, en unas condiciones infrahumanas”. Y en esa misma casa viven otros tres matrimonios más, incluidos los abuelos. Así lo contaba Jorge María Franco, padrastro de Verónica. Él y su mujer, María del Carmen, viven también junto al Nuevo Amate, pero comparten el pequeño piso con otras cuatro personas más: hijos y nietos. “No pedimos caridad, solo trabajo y una vivienda digna”, reclaman.

Otra de las mujeres ocupas es Teresa. Su hermana es una inquilina del Nuevo Amate, pero ella no tuvo tanta suerte. Ayer, desde una ventana, pedía una bayeta a gritos para limpiar el water porque “la pobreza no tiene nada que ver con la limpieza”.

Los seis hijos de Sonia se quedaron ayer sin ir al cole porque la Policía se lo dejó bien claro: “Si sales no vuelves a entrar”, así que ella decidió quedarse con sus hijos en el piso de Emvisesa. Ella, madre soltera, vivía “recogida” con su familia. Igual que Irene, que ayer salió del piso que había ocupado para ir a trabajar y ya no pudo entrar más ni a recoger sus enseres. “Tengo 19 años y una niña de diez meses. Llevo meses pidiendo un piso social porque mi sueldo de limpiadora no da para un alquiler. Lo he pedido a Emvisesa, a Epsa, al Defensor del Pueblo... Tengo todos los papeles echados, pero nada. Solo pido que negociemos una salida”, indicó nerviosa porque no podía sacar la ropa de su hija del piso que había ocupado. “Vete a los juzgados, no tienen orden del juez para cambiar la cerradura y dejar tus cosas dentro”, le gritaba otra vecina.

Guillermina Jiménez también ocupó un piso, pero ayer estaba fuera porque salió para cambiar la cerradura y ya la Policía le impidió volver. Su historia es larga. Tiene 58 años y cinco hijos. Vivía en Regiones Devastadas, pero se mudó a las Tres Mil Viviendas porque ya no cabían todos en el piso. “En mala hora”, porque tuvo que irse de allí tras el tiroteo que se saldó con la muerte de una niña. Su familia se vio envuelta en la guerra de clanes. Así que terminó ocupando un piso en el Tiro de Línea, del que la desalojaron. “Cobro 350 euros y todos mis hijos están en paro, menos uno que es portero de discoteca”.

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