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"Hay poetas que prefieren no ‘contaminarse’ con la política o la economía"

El ex delegado de Cultura y ex director del INAEM vuelve a la poesía con un nuevo libro

el 25 mar 2013 / 22:14 h.

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Juan Carlos Marset Juan Carlos Marset Aunque todo el mundo lo conoce como hombre público, Juan Carlos Marset (Albacete, 1963) se resiste a abandonar su faceta de hombre lírico. Profesor de la Universidad de Sevilla, ayer director del INAEM y anteayer responsable de Cultura del gobierno de Monteseirín, acaba de publicar un nuevo poemario, Laberinto, en la Biblioteca Sibila que él mismo dirige. “En poesía, hay quien pretende mantener una pureza y prefiere no contaminarse, ni con la política ni con la economía. Entre esos puritanos sí he encontrado rechazo alguna vez, pero creo que en general es visto con bastante simpatía que un poeta haya sido Ministro –señala recordando a César Antonio Molina– y otro, como es mi caso, haya llevado en España las Artes Escénicas durante un tiempo”. El laberinto al que alude el título, según él mismo explica, encierra muchos significados: “Ahí está el laberinto de la Historia, el de la vida, la ciudad que son todas las ciudades, el laberinto de la pasión y el del lenguaje, porque cada palabra es un laberinto”, asevera. “Lo que sucede es que Teseo, Ariadna y el Minotauro se intercambian. Y, de fondo, hay un buceo en la etimología, donde el español juega el papel de extraño hilo conductor”. Con una fuerte presencia de Londres, donde Marset vivió dos años, el libro evoca la ciudad “donde me perdía continuamente”, pero también invoca a una larga cadena que va del cancionero español a Bécquer, pasando por Góngora y Quevedo, así como numerosas referencias culturales no españolas –Walcott, Wordsworth, Keats, René Char, RilkeT. S. Eliot...–, porque “la poesía es un lenguaje dentro del lenguaje, somos la acumulación de una tradición”, afirma. De hecho, Laberinto está compuesto por un único, largo poema, de modo que se inserta en esa larga tradición “que va del Sueño de sor Juana Inés de la Cruz, que me cautivó en los 80, al Espacio de Juan Ramón, Piedra de sol de Octavio Paz o el Altazor de Vicente Huidobro”, por citar algunos títulos canónicos. “Siempre me ha fascinado esta fórmula, porque, como sucede también a menudo en la música, hay formas de intensidad que sólo se consiguen a través de la gran extensión, y que todavía hoy cultivan muchos autores españoles, como Juan Carlos Mestre o Álvaro García”, subraya este sevillano de adopción, junto con Francisco José Cruz uno de los grandes impulsores de la Casa de los Poetas. En cambio, a Marset no le interesa demasiado la poesía narrativa, y sí en cambio el verso como herramienta para el pensamiento. “Es cierto que, como observó Paz, todo buen poema tiene una narración, pero la poesía debe producir otra cosa. Lo filosófico de un poema está en las preguntas que formula, en la paradoja que planea, en las posibles soluciones que ofrece a un problema”. Antes de terminar la entrevista, Marset vuelve sobre su dimensión de gestor público: “Todos somos públicos de muchas maneras”, afirma antes de abandonarse a una digresión sobre Vargas Llosa y su concepto de la ficción. Pero sus rivales políticos, ¿leen lo que escribe? “El secretario de Estado de Cultura sí lo ha hecho, y me ha felicitado por escrito”, admite. ¿Y Zoido, Mar Sánchez Estrella? “Aún no, ya os lo contaré cuando lo hagan”.

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