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Kakiouzis, para esto viniste

Un triple de Kakiouzis a 24 segundos del final, rubricado con otra canasta a continuación en contrataque pusieron final feliz a una temporada de lo más triste para el Caja. (Foto: EFE)

el 15 sep 2009 / 03:31 h.

Un triple de Kakiouzis, el segundo en seis intentos, a 24 segundos del final, rubricado por el griego con otra canasta a continuación en contrataque pusieron final feliz a una temporada de lo más triste para el Caja. Con su victoria, la duodécima del año, y la derrota de Estudiantes, la historia del equipo sevillano tendrá continuidad en la ACB.

Sólo una carambola extraordinaria con múltiples empates, que necesita de tres derrotas sevillanas, tres derrotas del Fuenlabrada y tres victorias de Estudiantes, entre otras condiciones, podría aún complicar la existencia del Cajasol. Extremadamente difícil, sobre todo porque el conjunto colegial, tras su durísima derrota de ayer en casa ante los fuenlabreños, es un equipo muerto.

El Cajasol puede respirar tranquilo. Ha cubierto el objetivo mínimo, pero toca rascar debajo para descubrir las razones de una temporada más de fracaso fraguada en muchas y variadas decisiones desacertadísimas en la entidad de San Pablo.

Del mismo modo que ha ocurrido con la temporada, el Cajasol apuró hasta el límite, en un derbi convertido en final de reivindicación del valor intrínseco de una plaza ACB con 20 años de antigüedad, para encontrar una salida azarosa en el laberinto en el que estaba perdido.

Afortunadamente para los chicos de Comas, el Granada se halla menos iluminado si cabe en este tramo final y aunque fue más constante, tuvo más equilibrio, más intensidad y el mando en el marcador durante 30 minutos, no supo rematar porque no tuvo (sobre todo al lesionado Borchardt) al jugador desequilibrante que sí poseía el rival.

Fue Michalis Kakiouzis, pero bien pudo ser Elmer Bennett, tal vez Andrés Miso, o incluso Tyrone Ellis. El Caja paga muy bien a sus estrellas, qué mínimo que el día D uno de ellos le sacara del apuro.

El triple espectacular de Ignerski sobre la bocina que dejó el tanteo en 38-42 al descanso fue premonitorio. El Cajasol iba a ganar ese partido. Había jugado rematadamente mal, le costaba un mundo y parte del otro atrapar un rebote, defendía peor y se movía como buey en el camino del Rocío en ataque, pero como sucede cada año por Pentecostés, sólo había una realidad posible: llegaría a tiempo.

Jugando tan mal, incluso con Bennett desconocido (-1 de valoración) estaba más que vivo. A poco que entrara en una fase de juego aceptable, dominaría. Y sucedió. Bajo el síndrome del rebote, Comas mantuvo la defensa zonal más tiempo de lo que, normalmente, hubiese sido razonable, pero prefería encajar un castigo más o menos controlado desde el perímetro que otorgar puntos desde debajo que tienen, además del peso tangible en el marcador, un valor psicológico importante, por la debilidad que transmite. Y el tiempo le dio la razón.

El agujero que hizo Juanpi Gutiérrez en el primer cuarto (8 puntos con 4 de 4 y tres rebotes ofensivos) forzó al técnico barcelonés a llevar a extremo su decisión. Acabó encajando 15 triples, pero el verdadero desequilibrio, el de la pintura, donde Antonio Bueno y De Miguel deambularon cual fantasmas, fue encaminándose con la entrada de Betts y Kakiouzis en el puesto de cuatro, sumando después a Miso, que fue de menos a más hasta ganar un peso fundamental con sus tiros. Gutiérrez, con 3 faltas al descanso, sólo anotó dos puntos después y no cogió más rebotes. Llegó al final a 14, pero ni un solo rebote ofensivo más.

Es sabido que, salvo que tengas a Rudy Fernández, no hay equipo que pueda confiar su suerte al acierto desde el 6,25, incluso cuando tienes a Scepanovic en vena de aciertos. El Caja tiene cómo devolver esos golpes y aunque se distrajo en exceso cuando parecía encaminado (68-59, m.31), encajando un parcial de 1-14 (69-73, m.35), en el último intercambio de golpes tenía todas las de ganar.

Lo hizo como es de condición. Kakiouzis había hecho mucho daño debajo del aro, como siempre, y acumulaba 1 de 5 en triples, pero a 24 segundos y con 78-78, se fue a disparar desde el 6,25 en vez de buscar su ventaja debajo. Y acertó, y no es un acierto cualquiera, vale una permanencia en la Liga ACB.

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