La crisis fronteriza en Rafa, el lugar por el que los palestinos acceden a Egipto y superan el bloqueo israelí sobre Gaza, elevó la tensión entre la Autoridad Nacional Palestina y Hamás, milicia que gobierna la franja. Lejos de acercar posturas para sentarse a dialogar, exhibieron sus diferencias en las negociaciones auspiciadas por Egipto para tratar el control de ese paso.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, pronunció duras palabras al grupo islamista palestino al asegurar que "no habrá ningún diálogo con Hamás", por ser una organización "ilegítima y golpista".
Pese a que se preveía un encuentro en El Cairo con el líder de Hamás, Jaled Meshal, el líder palestino quiso marcar territorio y renovó su distancia con el grupo que le arrebató el control sobre Gaza en junio pasado. "Nos importa el bien del pueblo palestino. Si a ellos [Hamás] les importa, que cumplan con los acuerdos firmados", agregó Abás, en referencia al pacto cuatripartito suscrito en 2005 entre la ANP, la Unión Europea, Israel y Egipto sobre las fronteras entre este último país y Gaza.
En virtud de ese acuerdo, Israel aceptó el despliegue de observadores de la UE para supervisar los pasos fronterizos a través de cámaras. Sin embargo, Hamás no quiere dar su brazo a torcer y se reafirmó en su intención de ganar protagonismo en la crisis de Rafah. "Los pasos fronterizos son la puerta natural de Gaza con el mundo árabe y con el resto del mundo", dijo Mahmud Zahar, dirigente de Hamás.
Mientras los palestinos se enzarzaban en su enésima batalla dialéctica, Egipto aumentó la presión sobre los que aún siguen en su país. La Policía despejó de coches una de las calles principales de Rafah, en una maniobra para impedir el comercio. Y es que la presencia de miles de palestinos no sólo acabó con los productos básicos, sino también agotó la paciencia de la población, cansada de esta situación.
