La calabaza de Cenicienta

El manchonero palaciego Sebastián Gómez ha sacado un extraordinario fruto de 82 kilos de peso que ahora se expone en una taberna de la villa

el 29 jul 2011 / 18:38 h.

El manchonero Sebastián Gómez sujeta su calabaza de 82 kilos de peso.

Aunque los cuentos maravillosos parecen tener poco que ver con la esforzada tarea de los agricultores, en Los Palacios y Villafranca se acaba de cortar una calabaza que, si llega a saberlo Cenicienta, ni siquiera hubiera invocado la magia de su hada madrina, pues el fruto de Sebastián Gómez Falcón le valdría como carroza. No en vano pesa 82 kilos, un fenómeno en la historia de un pueblo tan célebre por sus sandías y tomates y que ahora lo será también por sus calabazas.

La calabaza gigante que acaba de cortar este manchonero palaciego podría haber pesado más, pero temía que se la quitaran del campo, ha confesado, por lo que la cortó hace un par de días y la trajo "en furgoneta". "La bajamos cuatro hombres con una manta".

Gómez Falcón, de 62 años, es un agricultor experto en frutos gigantes. Cada año se presenta al certamen de sandías y varias veces ha ganado en la modalidad de racimos de uvas con ejemplares que superan los cinco kilos. Pero lo que muy pocos sabían es que también cría calabazas, tomates y otros frutos a los que les dedica sus cinco sentidos para agigantarlos. "¿Tú no has visto nunca un tomate de un kilo?", pregunta desafiante, porque su afán de manchonero a lo bestia no ha hecho más que empezar. Su ilusión "más grande" es "conseguir una calabaza de 300 kilos", para lo que asegura tiene semillas adecuadas y todo el tiempo del mundo. "El récord de Europa se dio en Cáceres, con una calabaza de 470 kilos", recuerda. En efecto, aquel fruto se presentó en 2003 a un concurso organizado por Carrefour. Pero en Andalucía no se había visto nada semejante a esta calabaza.

Sebastián tiene su recetario, pero no se lo enseña a nadie. Sólo da alguna pista, como que ha necesitado tres meses para conseguir tamaña talla, que el fruto necesita más de 200 metros cuadrados de terreno sólo para él, que una vez crecido hay que proteger muy bien las hojas, para lo que ha contado con un sombrilla de playa o incluso que ha pasado "siestas enteras de este verano" al cuidado de la calabaza.

Desde ayer se expone en una taberna del pueblo, adonde acuden cientos de curiosos a fotografiarla. Sebastián anda nervioso porque "la pueden dejar caer", pero necesita a sus hijos para llevársela. En rigor, sus nervios se deben sobre todo a que, como dicen sus vecinos, la leyenda de la calabaza acaba de empezar.

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