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La contracrónica: A la tercera (esta vez) fue... la perdida

El Betis estuvo cerca de repetir el éxito de las dos temporadas anteriores con su fútbol al contragolpe, pero acabó desbordado por el asedio del Athletic por ambas bandas.

el 26 sep 2013 / 22:58 h.

ATHLETIC BILBAO - BETIS Mikel San José remata sin oposición en el 2-1. / LUIS TEJIDO (EFE) No pudo ser esta vez, y eso que Pepe Mel volvió a repetir la receta con la que tan buen plato cocinó en las dos últimas comparecencias verdiblancas en San Mamés. Lo que valió para golear, y ganar, en la antigua Catedral se reveló insuficiente en la nueva, flamante y hasta la fecha inviolada. Porque la estrategia de presionar muy arriba para robar balones a los leones y salir al contragolpe la cumplieron sus hombres con notable eficacia –baste como dato los cinco fueras de juego en que cayeron los atacantes locales durante la primera mitad, en la que la zaga bética bordó ese recurso–, pero faltó, o falló, el último y fundamental requisito para hacer rentable ese fútbol incisivo: ser letal en las ocasiones que genere esa contra. Chuli tuvo un par de ellas y Matilla obligó a Iraizoz a una estirada espectacular en un disparo envenenado desde la frontal, pero lo cierto es que el Betis estuvo más cerca de irse al receso con el partido muy cuesta arriba. El Athletic de Valverde le hacía mucho daño, sangre contenida, con las permanentes cuchilladas por las bandas de Markel Susaeta y, sobre todo, Ibai Gómez, un auténtico torbellino al que Javi Chica apenas daba abasto para retener. En la reanudación, pues, cabía esperar dos opciones:que de tanto ir el cántaro a la fuente se rompiera o que la paciente receta visitante diera sus frutos. Y a pesar de que el asedio local se hizo por momentos insoportable para la retaguardia bética, incluyendo una pena máxima que a Beñat pareció dar pena perjudicar a su exequipo (o que Guille Sara atajó como un felino, igual que un tiro de Susaeta gemelo al anterior de Matilla), llegó sin embargo el gol de un Jorge Molina que agradeció el despeje endeblito de Iraizoz. Pero, como quiera que Valverde atinó con los repuestos (De Marcos y Muniain dieron más empaque al acoso vasco) quizás más que el dubitativo técnico del Betis, ahora quito al mediapunta y meto un tercer mediocentro, ahora retrocedo y hago la apuesta inversa, ocurrió que la tenacidad de los locales acabó por tener recompensa, por cierto en sendos cabezazos que ni Sara –en su único lunar– ni la defensa supieron controlar. Esta vez sí ganó el que más lo mereció, que habría ganado igualmente a los puntos, pero es que lo hizo casi por KO.

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