No había ningún drama antes del partido de Getafe y es de suponer que sigue sin haberlo pese al baño que le dio el equipo de Luis García Plaza, sobre todo en la primera mitad.
Pero lo cierto es que conforme avanza el curso se hacen más y más evidentes las deficiencias de un equipo que en poco se parece al de la pasada temporada y que, o empieza a corregir esas lagunas desde ya, o amenaza con meterse en apuros en el torneo doméstico dos puntos sobre la zona de descenso y a ver comprometida su continuidad en el continente.
Problemas tiene un saco el técnico madrileño, e hizo bien en admitirlo en la sala de prensa del Alfonso Pérez. Y de todos el de la falta de gol es seguramente el más obvio, aunque quizás no sea el más importante. Les cuesta un mundo a los béticos perforar la portería rival y sin Rubén Castro no hallan quien asuma el liderazgo en esa parcela. Mel echaba de menos una mayor aportación de sus hombres de centrocampo e incluso de los defensas a balón parado, pero resulta que tiene que ser un zaguero del contrario, Rafa, el único que remate la faena, ¡y de qué bella factura! en testarazo a la escuadra de Moyà.
También empieza a tener un problema Mel con las manidas rotaciones, que de forma tan extrema está llevando a cabo. Está claro que ni el equipo A da la talla en Liga ni el B es capaz de resolver en Europa.
Como en casi todo, la solución puede residir en el término medio, pero la cuestión es si el preparador heliopolitano confía de veras en (casi) todos los integrantes de su plantel, pues el mensaje que pueden estar recibiendo los titulares europeos es que no le valen en Liga ni para el banquillo, esto es, ni para revulsivos. Acaso no tiene tanto plantillazo como le otorgaba el inquilino del banco getafense...
Y, para acabar, el Betis tiene un serio problema cuando juega lejos del Villamarín. Un punto de doce posibles habla bien a las claras de que ha dejado de ser ese rival letal a la contra y en el actual curso no da miedo. Quizás porque no lo dé su ataque, porque falte Rubén, o quizás sea Beñat a quien añora.
