Un estudio de género en la escuela coordinado por la Universidad de Sevilla, ha descubierto por medio de encuestas en 500 colegios andaluces una 'cantera' de 250.000 jóvenes con perfil de riesgo sexista. Una de las conclusiones más llamativas del informe es que un tercio de los alumnos de la ESO ve "comprensible" avergonzarse de tener amistades o familiares homosexuales.
En este caso, son los alumnos de sexo masculino los que muestran sus reparos ante los gays y los que reconocen (un 40%) que ser hombre tiene más ventajas que ser mujer. Los investigadores concluyen, por tanto, que no se da tanto una situación incipiente de homofobia como un acusado problema de sexismo, en el que los jóvenes no entienden la desigualdad como un factor que identifica a las personas sino que las excluye, ya sean homosexuales o mujeres.
El informe va más allá al plantear las preguntas a los padres de los alumnos, lo que ha confirmado que, más que una importante brecha generacional, existe una "brecha de género", donde se siguen diferenciando claramente los comportamientos de los padres con sus hijos y los de las madres con sus hijas. Es cierto que en los últimos años se ha avanzado mucho hacia la igualdad, pero a la luz de estos informes, resulta evidente que el camino por recorrer es aún largo y sinuoso.
La fiesta del orgullo gay que hoy se celebra por primera vez en Sevilla es un síntoma de normalización, de aceptación general del colectivo gay, lejos de exclusiones. Dicha manifestación, sin embargo, no es esencial para el objetivo que deben perseguir tanto las personas de distinta tendencia sexual como las instituciones y poderes públicos que deben velar por garantizar los derechos de todos. El informe de la Hispalense pone el dedo en la llaga. Más que cabalgatas, la normalización requiere un profundo esfuerzo en inculcar a los niños valores de convivencia, respeto y aceptación de todas las tendencias sexuales.
