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La factoría de la medicina regenerativa

El aislamiento y la seguridad tienen que ser máximos: si el científico tiene lentillas, si tiene maquillaje, si ha fumado al menos una hora antes, si está resfriado, no puede entrar en una sala blanca. Las dos que ya han sido reconocidas en el Cabimer por la Agencia del Medicamento son las primeras de Andalucía.

el 16 sep 2009 / 05:17 h.

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El aislamiento y la seguridad tienen que ser máximos: si el científico tiene lentillas, si tiene maquillaje, si ha fumado al menos una hora antes, si está resfriado, no puede entrar en una sala blanca. Las dos que ya han sido reconocidas en el Cabimer por la Agencia del Medicamento son las primeras de Andalucía.

Hay en marcha otra más en Sevilla, cuatro en Málaga, tres en Córdoba y dos en Granada. Son las que llevarán a la práctica clínica la investigación que realicen los expertos sobre terapias celulares y medicina regenerativa.

"Suponen una inversión realmente alta, pero no tanto por su construcción como por su mantenimiento posterior", explica Itziar Ochotorena, gerente de Cabimer y directora técnica de las salas blancas. La del Cabimer es la sexta sala de este tipo en España, donde hay tres privadas (Cellerix, Inbiomed y Histocell) y dos públicas (en hospitales de Valladolid y Madrid).

De las 153 personas que trabajan en el Cabimer, sólo siete pueden hacerlo en las salas blancas (conocidas en el ámbito científico como salas GMP por sus siglas, en inglés: buenas prácticas de fabricación). Una vez vestidos son fáciles de reconocer: son los que trabajan ataviados como con un traje de astronauta en el interior de una sala minúscula con un pequeño cristal a modo de ventana para tener algún contacto visual con el exterior.

El interior de estas instalaciones es distinto al de cualquier otra: los suelos y las paredes están fabricados con material antipolvo, las mesas no pueden ser de madera sino de aluminio (lo que las hace extraordinariamente caras), no existen esquinas al unirse unas paredes a otras sino que estas uniones (así como las que tienen con el suelo y el techo) son curvas para que no se acumule el polvo ni cualquier otra sustancia... y así se podría estar durante horas. Es un mundo ajeno que no sigue las reglas de éste.

"Las salas son pequeñas, de apenas unos pocos metros cuadrados: es mejor así que muy grandes porque habría más riesgos de que se produjera alguna filtración desde el exterior y además los controles para garantizar que todo estuviera aislado serían mucho mayores", añade la gerente del Cabimer.

Ochotorena describe una de las reglas básicas de toda sala GMP: "Las personas no pueden entrar y salir por el mismo sitio y los productos o material biológico que se empleen dentro tampoco, y unas y otros tampoco pueden compartir vías para salir ni para entrar".

Este galimatías unido a la vestimenta que utilizan los científicos allí dentro "hace que sea bastante incómodo trabajar en esas condiciones, aunque al final te acostumbras", asegura Ochotorena, quien resalta que no todo acaba ahí: "El protocolo para entrar en las salas también es muy complejo: hay que ir muy paso a paso y avanzando por unos pequeños compartimentos antes de entrar en la zona de investigación de una sala blanca: este proceso puede prolongarse una media hora si no tienes mucha práctica; luego se suele quedar en unos 20 minutos".

O sea, que el científico tiene que hacerse a la idea de que no puede entrar para cinco minutos: "No le compensaría. Lo que se hace es planificar el trabajo para que sea rentable en términos de tiempo", afirma la gerente del Cabimer. ¿Y si una vez dentro llama la naturaleza? "A una sala GMP hay que entrar con todo eso resuelto".

En las salas blancas se trabaja bajo presión y nunca mejor dicho. Las zonas de investigación tienen cada una presión diferente, mayor a medida que se pasa de una a otra más avanzada: "Esto garantiza -detalla Ochotorena- que cualquier partícula o resto de polvo no pueda seguir hacia delante".

Cualquier precaución para evitar la contaminación de una muestra biológica es poca: las células con las que trabajan los científicos en las salas blancas se implantarán luego en los pacientes, por eso han de estar absolutamente limpias de cualquier agente externo.

Con estas salas, los pilares del proyecto andaluz de células madre ya están trazados y la investigación básica y la práctica clínica tienen ya su punto de unión. Otras diez salas blancas están ahora a la espera.

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