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La falta de originalidad es la nota común en el Festival de Eurovisión

Erradicada definitivamente la tendencia ‘friki', el certamen vuelve por sus fueros.

el 28 mar 2010 / 21:03 h.

El cantante Daniel Diges.

¿Se romperá la racha y España ganará Eurovisión con el Algo pequeñito de Daniel Diges? ¿Convencerá esta vez un cantante profesional después del batacazo de Soraya? Eurovisión 2010, que se celebrará en Oslo en mayo, ya ha cerrado filas y parece centrarse en baladas y repudiar la puesta en escena.

El cantante y actor Daniel Diges parece, esta vez sí, una de las propuestas más elaboradas del Festival Europeo de la Canción, y su Algo pequeñito es, desde luego, "algo pegadizo" que puede romper la maldición española en el concurso, que dura desde 1969, cuando Salomé ganó con Vivo cantando.

La ansiada vuelta de un jurado especializado para evitar el monopolio de Europa del Este se saldó el año pasado con una gran decepción: Soraya quedaba en 2009 en el penúltimo lugar. Y a pesar de que está definitivamente erradicada la tendencia friki -a la que España aportó su granito de arena con Rodolfo Chikilicuatre-, no parece esta edición, la número 55, especialmente difícil.

Con dos semifinales -25 y 27 de mayo- y una final -el 29-, son 49 las canciones presentadas. La última en entrar, y solicitando prórroga, ha sido la de Ucrania, que sintetiza una tendencia: la poca originalidad. Su representante, Alyoha, es una sosias de Leona Lewis que interpreta una balada al uso: Sweet people.

No es el único déjà vu de esta edición: 3+2 con su Butterflies desde Bielorrusia parecen una versión más espigada de Mocedades casi 40 años después. Islandia tira de apellido popular -Hera Björk- para la muy valorada Je ne sais quoi, que en España recordará a Rosa López y su Europe's living a celebration.

Bulgaria apuesta por el sustituto natural del homoerotismo de Sakis Rouvas, que se llama Miro y canta Ángel sin ti vestido de blanco, mientras que Bélgica acertaría con Tom Dice y su Me and my guitar si no fuera demasiado descarado su intento de repetir la gesta del anterior ganador, el Fairytale de Alexander Rybak.

Israel repite balada con cara bonita, esta vez la del joven cantante Harel Skaat, que interpreta Milim, mientras Portugal no acaba de superar la resaca del fado y vuelve a llevar una voz tan melódica como poco carismática: la de Filipa Azevedo, que con 18 años es la participante más joven con su Há dias assim.

Por no ser originales, este año ni siquiera debuta ningún país en el festival, y el Este de Europa, que solía aportar un toque abigarrado y muchas veces involuntariamente cómico, modera posturas. Después de haber subido al escenario granjas, piratas o patinadores, este año sólo Eslovaquia podría destacar con el bosque no muy frondoso que conforman los bailarines de Kristina Pelakova con su tema, entre los favoritos de los eurofans, Horehronie. Lituania puede animar un poco más el espectáculo con el grupo Inculto, cinco hombres uniformados con camisa blanca y corbata, uno de ellos de nacionalidad colombiana, que acabarán con unos shorts de purpurina al son del ska East European Funk. Eslovenia, por su parte, mezcla rock y música tradicional en la canción de Ansambel Zlindra & Kalamari Narodnozabavni Rock, y Chipre aporta la nota contemporánea no por su canción, Life looks better in spring, sino por su cantante, Jon Lilygreen, que fue encontrado en Google por la banda The Islanders.

Desde Azerbaiyán, una fanática de la saga Crepúsculo, Safura, hace una canción que podría servir para su banda sonora, Drip drop, en la que se arropa con vaporosas telas y se rodea de hombres con ropa oscura. Y Armenia lleva una cantante neumática llamada Eva Rivas y que canta Apricot stone. De Grecia llega una de las interpretaciones más efectivas, con una llamativa coreografía masculina en OPA, la canción de Giorgos Alkaios & Friends.

Y entre los temas más sencillos pero más pegadizos habría que incluir el de Alemania -el charlestón de Lena Satellite-;entre las voces más destacables, la de Suecia -Anna Bergendahl con su This is my life-, y entre las más llamativas, la del estonio Malcolm Lincoln, que parece resucitar la balada pop de los 80 con Sireen.

Alemania, junto con Francia, España y Reino Unido, conforma el Big Four que, por cuestiones de aportación económica, pasa directamente a la final, junto con el país anfitrión, esta vez Noruega, que celebrará las tres galas en el Telenor Arena de su capital.

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