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“La felicidad de escribir es más vital que la de publicar”

Ioana Gruia regresa a la Feria del Libro de Sevilla para presentar su primera novela, ‘La vendedora de tiempo’, editada por el sello Espuela de Plata.

el 04 may 2013 / 23:47 h.

La Feria del Libro de Sevilla no es una feria más para Ioana Gruia. La joven escritora, nacida en Bucarest en 1978 y afincada en Granada, ya presentó el pasado año en la capital hispalense su poemario El sol en la fruta, publicado por Renacimiento tras ganar el premio de poesía Andalucía Joven. Ayer regresó a la Plaza Nueva, esta vez con su debut como novelista, La vendedora de tiempo (Espuela de Plata), que contó con Fernando Iwasaki en tareas de presentador. ioana-gruia-flsIwasaki expresó su sospecha de que “existen vasos comunicantes entre la novela y los poemas de Ioana”, y destacó la “celebración del cuerpo” que subyace en la historia de una mujer madura, Silvia, que se enfrenta a la muerte al tiempo que le espera “un regalo de la vida al final de la vida”, según explicó la autora. “No fue fácil dibujar el personaje. Decidí que, por la proximidad de su muerte y por su experiencia vital, no podía tener 30 años, así que decidí que tendría 56. Pero luego pensé que tendría un amante de 30 años, ¿por qué no? Me salió la vena feminista”, agregó con una irreprimible sonrisa. Gruia recordó que, cuando empezaba a escribir, le preguntaron qué tipo de escritora quería ser, y no dudó en responder: “Una escritora mediterránea, con acento mezclado de todos los sitios donde he vivido y amado”, dijo, entre los que se cuentan los tres en los que ha sido escrita La vendedora de tiempo: Mar del Plata, París y Granada. “Mi personaje vivió parte de su vida en una dictadura, y ahora se enfrenta a la muerte como a una figura dictatorial”, comentó la joven escritora, para confesar a renglón seguido que este libro le ha devuelto “esa sensación de felicidad al escribir que se vuelve vital, mucho más que la felicidad de publicar”, aseveró. También quiso recordar cómo fueron sus comienzos literarios en un idioma distinto del materno: “Llegué a Granada con diecicocho años, con una beca de estudios de Filología Hispánica, y empecé a escribir en español poco después, con veinte años. En Bucarest escribía en rumano y en francés, ¡pero espero que mis poemas en rumano nunca los d escubra nadie!”, bromeó. “Lo cierto es que leía mucho en español, y el oído se me fue haciendo poco a poco, aunque no fue un proceso consciente”, añade. Ahora debuta como narradora de largo aliento, con un prólogo de Luis García Montero en el que se asegura que “dama misteriosa, vital y quimerizante es ioana Gruia. Civilizada como la Europa que nunca existió. Vino desde Rumanía para escribir en español con la fuerza de una lengua materna. La vida le ha enseñado las estrategias rebeldes de la imaginación”, concluye la nota. La vendedora de tiempo, título que alude al juego infantil de la protagonista, en el que vendía tiempo a cambio de chucherías, contiene algo más que la proximidad del fin y los mencionados raptos de erotismo desesperado. Ahí está, de un modo más o menos explícito desde la misma portada, la pintura de Edward Hopper (“Estoy enamorada de él”, afirma la escritora, “además tiene un potencial narrativo enorme, necesitaba inculcar el aire de sus mujeres en este personaje”), un diario que Stevenson nunca se atrevió a escribir, íntimas obsesiones y otras sorpresas que el lector deberá descubrir por su cuenta, si está dispuesto a pagar por ello un poco de su tiempo.

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