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La gran crisis del consumo

Resulta que después de todo, el tiempo lo termina poniendo todo en su sitio y que ha llegado el momento en que la Economía se ha visto relegada a la cruda realidad, tan alejada del espejismo y burbuja de ciencia ficción en la que se ha visto sumergida durante años de vacas gordas, engordadas...

el 15 sep 2009 / 17:01 h.

Resulta que después de todo, el tiempo lo termina poniendo todo en su sitio y que ha llegado el momento en que la Economía se ha visto relegada a la cruda realidad, tan alejada del espejismo y burbuja de ciencia ficción en la que se ha visto sumergida durante años de vacas gordas, engordadas, eso sí, no con pienso compuesto o buena hierba sino con productos de genética hormonal, que pueden dar buenos resultados estéticos a corto plazo pero que a la larga nos ofrecen sólo el cuento de la lechera.

Esa realidad está afectando a la Macroeconomía que se sustenta en las células que la componen, es decir en los millones de consumidores que ahora se recatan en el consumo que antes les brindaba un sistema capitalista que se resiente de un síndrome de vértigo provocado por un efecto de expansión incontrolada. Porque lo que hay es lo que hay, premisa que parece ser que no era asumida ni por ese Mercado acostumbrado a devorar a sus hijos cual Saturno, ni por esos propios hijos cebados que ahora le sirven de alimento.

Porque la caída se inició cuando algún preclaro analista se paró a pensar en lo que había detrás de esos millones de hipotecas y préstamos de riesgo y se percató que, más que nada, lo que había era humo aventado por la especulación inmobiliaria y la avidez financiera. Ello provocó el frenazo y el inicio de la barrena.

Ello fue la causa de que las familias, ahora, ante las subidas de tipo de interés y de precios de productos básicos, el incremento del paro, la inestabilidad del empleo, la pérdida de confianza a la hora de aumentar el endeudamiento que ha generado la utopía, el bloqueo de la inversión y el pánico que incluso está alcanzando a las omnipotentes entidades bancarias, se den cuenta que han de moderar el consumo, ajustándolo a su capacidad, lo que revierte a su vez negativamente en ese Mercado que había prosperado principalmente gracias a la anterior inconsciencia de esos consumidores.

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