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La inversión del dinero público

Resultan sorprendentes algunas noticias que nos han de hacer recapacitar sobre la racionalidad con que se administra el dinero público. De entrada, un amigo hotelero me dice que ha tenido una inspección de paridad en las condiciones laborales de uno de sus hoteles, comprobándose que el 49% son mujeres...

el 15 sep 2009 / 21:59 h.

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Resultan sorprendentes algunas noticias que nos han de hacer recapacitar sobre la racionalidad con que se administra el dinero público. De entrada, un amigo hotelero me dice que ha tenido una inspección de paridad en las condiciones laborales de uno de sus hoteles, comprobándose que el 49% son mujeres y el 51% hombres.

Hasta ahí bien. Mas no pasó el meticuloso examen de paridad porque se advirtió que el 90 % del servicio de habitaciones eran mujeres y el 90% del personal de mantenimiento, hombres. Realmente a mí y a mucha gente, ese balance nos parece un disparate, un esperpento, que incluso ignora la realidad social, pues ahora si quiero contratar para algo y se ofrecen cuatro mujeres u hombres al puesto, pues resulta que tengo que dejar una vacante hasta que un hombre o una mujer, con la misma preparación se ofrezcan.

Con todo lo peor es que esa importante gestión inspectora, así como otras de igual significación y alcance, nos cuestan mucho, mucho dinero. Otra noticia: A un niño, aquí sí empleo bien el género, se le prohíbe por la federación de gimnasia participar en competiciones de la modalidad de rítmica. Razón de la exclusión, el ser varón. El Billy Elliot español. Un caso flagrante de discriminación que sin embargo no ha merecido, que sepa, ninguna crítica o comentario por parte del Ministerio de Igualdad. Sinceramente me parece indignante, confirmándome esa pasividad y silencio, que ese nuevo Ministerio es realmente una sucursal del feminismo radical al que la verdadera igualdad le importa un pimiento.

Mas con todo, lo peor es que ese Ministerio y otras veleidades inversoras, como la famosa cúpula de Barceló, que parece que se está cayendo, están impidiendo que se pueda dar repuesta adecuada a otras necesidades, como la que reclama la modernización y eficaz funcionamiento de una Justicia que dista de disfrutar de los parámetros de calidad que serían deseables.

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