Cultura

La locura necesaria

El actor José Sacristán puso en pie al público sevillano con un peculiar homenaje al Don Quijote que descansa en el imaginario colectivo.

el 10 may 2013 / 00:41 h.

D. Quijote, su fiel escudero Sancho y su hija Sanchica en un momento de la representación. D. Quijote, su fiel escudero Sancho y su hija Sanchica en un momento de la representación.   EL QUIJOTE SOY YO *** Teatro Lope de Vega, del 8 al 12 de mayo. Dramaturgia: José Ramón Fernández. Dirección: Luis Bermejo. Intérpretes: José Sacristán, Fernando Soto, Almudena Ramos, Violonchelista: José Luis López.   En estos tiempos en los que el desánimo, el descreimiento, la corrupción y la pobreza amenaza con derrumbar las barreras entre el bien y el mal, necesitamos héroes que nos recuerden que la bondad es tan humana como necesaria. De ahí que esta obra reivindique la figura de D. Quijote, el mítico personaje que sirvió a Cervantes para denunciar el grado de corrupción de su sociedad, donde la bondad era considerada como un grado de locura. Así, este nuevo montaje se centra en destacar la sabiduría y la nobleza de espíritu que, bajo la supuesta locura, destila el caballero de la triste figura.   Para ello el dramaturgo José Ramón Fernández recrea un ejercicio metateatral que, siguiendo la estela del teatro contemporáneo, se empeña en recalcar la condición ficticia de la narración mostrando las entretelas del escenario. Así, al principio de la obra los intérpretes se representan a ellos mismos mientras se preparan para abordar a sus personajes, que son perfilados tal y como son descritos por el autor en la novela, aunque su imagen dista un poco de la que descansa en nuestro imaginario colectivo, ya que ni D. Quijote es tan delgado, ni Sancho es tan gordo y bajito. Se trata de un guiño intencionado que desemboca en el reconocimiento de la grandeza del personaje, cuya fama le ha llevado a fijar una imagen que va más allá de la descrita por su creador. Tal vez por ello Luis Bermejo ha optado por una escenografía y un vestuario moderno y conceptual, aunque con reminiscencias medievales, y una iluminación rica en matices. Los actores, como era de esperar, abordan sus personajes con absoluta maestría y dominio, pero el corte narrativo de la dramaturgia delimita un ritmo irregular y un tanto tedioso.

  • 1