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La mejoría no convence

El Betis no acabó de reconciliarse con una afición descontenta en muchas fases, porque el juego del equipo sigue sin agradar a pesar de los tres puntos conseguidos.

el 29 sep 2014 / 09:36 h.

BETIS 14-15 Rubén Castro se lamenta por una ocasión perdida de gol. Foto: Manu Gómez. El aficionado verdiblanco se acercó al Villamarín  con sensaciones encontradas. Primero, con la ilusión de ver ratificada la presunta mejoría de su equipo tras la victoria en Girona y lo expuesto durante la semana por parte de  un Julio Velázquez que desprende mayor complicidad. Por otro lado, y como viene siendo habitual, con la cautela y la desconfianza hacia un equipo que sigue sin transmitir suficiente credibilidad en lo que a fútbol se refiere. El 4-4-2 fue recibido con expectación para paliar el amargo sabor de la derrota ante el Albacete y acabar de dar el visto bueno al equipo de cara al Tourmalet que se avecina. Esa tranquilidad agradecida por Velázquez durante la semana no duró demasiado. No se había llegado al minuto siete de partido cuando Barahona hizo poner el nudo en la garganta a todo el Villamarín. Una ocasión pintiparada que desbarató por falta de fe, desatando los primeros pitidos y quejas de una parroquia que entonó el: “Ya estamos otra vez…”. Fue el inicio de una serie de minutos de nerviosismo tanto en la grada como en el césped. Se volvió a ver el Betis incapaz de hilar dos pases seguidos, el Betis de querer llegar a la portería rival con un balón largo a la espalda de la defensa, un Betis desorganizado en la transición y al que no le duró el balón más de cinco segundos, en muchas fases del primer tiempo. En menos de diez minutos se llevó tres broncas de una afición que sigue sin confiar del todo. A Velázquez el primero, quien por cierto, también fue recibido con sonido de viento al ser nombrado por megafonía. Equiparable al que sus jugadores escucharon tras la finalización de la primera mitad. Bronca atronadora pese al resultado a favor. La sensación, durante el tiempo de asueto y con el 2-0 posterior, no era del todo alentadora porque el Betis no llegó a controlar el partido. Volvió a ceder terreno, dejando la suerte de una eventual sentencia –que nunca llegó– para el contragolpe y encerrado por un limitado Mirandés que aprovechó para hacerse dueño del balón y probar a Adán. Además de los goles de un imparable Rubén Castro, otro que puso en pie a la afición del Villamarín fue Rennella. El premio a un encuentro que por resultado puede conllevar otra semana de tranquilidad pero por lo que se atisba en el horizonte, más vale seguir engrasando la maquinaria porque la falta de fútbol se puede acabar pagando más pronto que tarde.

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