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La muerte volvió a hacerse buena en la Universidad

La Virgen de la Angustia lució en su saya la medalla de la Hispalense.

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el 30 mar 2010 / 19:07 h.

La tarde se llenó de contrastes por la calle San Fernando. El palio de los Dolores del Cerro buscaba la Puerta de Jerez entre el fervor de un barrio que la acompañaba cuando el más respetuoso silencio se apoderó del Rectorado. La Cruz de Guía de Los Estudiantes comenzaba a caminar por el interior de la Universidad y, tras ella, largas filas de nazarenos de ruán negro que precedían al Crucificado.

Todo acompañaba para que la muerte del Señor se hiciera buena en la Universidad, hasta el cielo que se había tornado de un color plomizo que recordaba estampas de antaño de la Semana Santa. Había mucho público y el incesante discurrir de los nazarenos provocaba que el murmullo ganara la partida al silencio. En el interior todo estaba listo y tres golpes secos de martillo volvían a enmudecer la calle San Fernando. El Cristo de la Buena Muerte avanzaba sobre su monte de lirios -este año de un tono malva- e iluminado por cuatro hachones que luchaban contra el viento para mantenerse encendidos.

Y tras Él, cientos de oraciones hechas cruces de penitentes que alargaban hasta la extenuación la espera del palio. La Virgen de la Angustia, que lucía la medalla de la Universidad impuesta el pasado Viernes de Dolores, comenzaba a salir. La crestería rozaba el portalón de la antigua Fábrica de Tabacos y la caja de la banda de música marcaba el inicio de Virgen de los Estudiantes. El tiempo volvía a pararse en el Rectorado, como cada Martes Santo.

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