La intención del Gobierno municipal de Sevilla de iniciar el proceso de peatonalización del Paseo del Cristina ha suscitado reacciones contrarias de comerciantes y vecinos de la zona, temerosos de que el proyecto traiga nuevas obras y, en el caso del comercio, genere más perjuicios en sus negocios.
Su temor es comprensible después de que hayan sufrido tan de cerca y durante cinco años los vaivenes de una obra tan compleja como la de la línea 1 del Metro. En menos de dos semanas se pondrá en marcha la estación de la Puerta de Jerez, y ahora que por fin se adivina el final de las obras, incluida la reurbanización de la superficie con los nuevos carriles y acerados, el equipo de Monteseirín anticipa su intención de cerrar al tráfico la zona, con lo que esto acarrea de nuevas molestias e incomodidades mientras se ejecuta el proyecto. En resumidas cuentas, no parece que sea el momento ni el modo más idóneo de abrir esta cuestión. Dicho esto, sí que habría que elevar el tono y los contenidos del debate que genera una decisión de estas características.
El Gobierno municipal aduce que si se mantiene el cierre al tráfico del Cristina se evitaría la acumulación de más vehículos por la zona, algo que es positivo, sobre todo si se piensa que el Ayuntamiento ha sido incapaz de convencer a los ciudadanos de que utilicen más las nuevas rondas nacidas en la Expo y dejen de colapsar el Paseo de Colón. Pero ésta no debería ser la razón principal para peatonalizar la vía que une el edificio del Cristina con los jardines. Lo importante, y es en lo que debería estar el Consistorio, es que los sevillanos se pregunten si prefieren que la avenida del Cristina siga siendo una calle congestionada por el tráfico o desean que se convierta en un bulevar que amplíe el itinerario peatonal abierto en el eje de la Avenida, la Puerta de Jerez y la calle San Fernando.
Es indudable que casi todos apostarán por una peatonalización que dé lustre a uno de los enclaves más simbólicos de la trama histórica de la ciudad, pero para persuadirles de las bondades del proyecto, hay que saber cuándo y cómo contarlo y no dar sensación de que se está improvisando sobre la marcha.
