Juego sin alma de un equipo sin alma. Es siempre lo mismo y no por repetitivo debe dejar de ser denunciado. El Betis se juega el descenso y los futbolistas que lo representan tiran por la borda media hora con una actitud despreciable. La ventaja justa que necesitaba un Atlético cogidito con alfileres, que se aprovechó de la pasividad de la zaga para hacer el 0-1. Sólo Capi intentó en la primera parte romper con una dinámica perversa, aunque su definición en la única ocasión de gol fue patética. El Betis se despeña sin remedio a pesar de que jugadores como Edu, Mark González, Oliveira o Emana se ponen su camiseta.
Sin orden ni concierto, bastaron un par de internadas en velocidad de Mark González para crear peligro. La peor versión de Oliveira que se recuerda envió el balón al cuerpo de Leo Franco y luego Odonkor... ¿Pero cómo puede jugar un futbolista como ése en el Betis? Hartos de estar hartos, la esencia bética desparramada en las gradas del Ruiz de Lopera volvió a expresar su amargura en una nueva despedida con derrota. Ni el consuelo del doble penalti del Atlético puede poner remedio a esa pesadilla que se cierne sobre el futuro más próximo de un Betis sin rumbo ni norte, presa de la ansiedad y en medio de un lío que puede dar con sus huesos en Segunda.
