El entrenador sevillista reconoció que la clave del partido estuvo en el mal arranque del partido que protagonizó el Sevilla. "Para nosotros todo era precipitación mientras que para el Valladolid todo era acierto. Nos ha costado mucho. En la segunda parte hemos tenido mucha más presencia pero el inicio del partido ha sido demasiado negativo para nosotros", lamentó.
Con el equipo clasificado en el puesto undécimo y con las sensaciones muy mala, Míchel dijo que ahora no tiene "más remedio" que ser positivo. "Si fuero negativo tendría que dimitir. Este resultado no entraba en nuestros cálculos, sabíamos el nivel del rival pero no hemos tenido acierto y hemos provocado el nerviosismo nosotros mismo".
Aun así, se mostró satisfecho con la entrega de sus jugadores aunque no con el rendimiento sobre el césped. "Hoy no tengo nada que reprochar a los jugadores, pero todos hemos estado muy desacertados, yo también, en la manera de jugar. En la segunda parte del partido hemos puesto mucho corazón pero hemos estado muy desacertados. Ahora tenemos dos opciones, o levantarnos física y moralmente o pensar que esto seguirá así", manifestó.
De cara al próximo partido de Liga, que será el próximo viernes en el estadio del Espanyol, el entrenador blanco insistió en la necesidad de recuperar a sus jugadores y trabajar para que el equipo no esté nervioso como hoy al inicio del partido. "Nerviosos hemos estado todos y el comienzo del partido nos hizo estar nerviosos. En la segunda parte fuimos más conscientes de nuestra posibilidades y en algunos momentos estuvimos muy dentro del partido. Hay soluciones, la plantilla es suficiente y a lo mejor tiene que ver con mi capacidad. Hay que animarlos porque el viernes hay otro partido", finalizó.
