Creo que Montilla, el molt honorable President, tiene razón en su respuesta a la reflexión de González: el ex presidente plantea un dilema falso al sugerir que habría que priorizar las medidas contra la desaceleración a la solución de la financiación autonómica; yo lo denominaría argumento cornuto que es aquel que plantea un dilema como argumento, pero eso es para sibaritas y filósofos, además, considerando que Andalucía es un país preñado de semántica taurina, mejor coger el olivo.
Está claro, la idea de una España, la buena, sobrepuesta a otra, la coyuntural, que tiene el sevillano no tiene nada que ver, por jacobina, a la dulcificada por la experiencia de los años de ZP, ni de parte del PSOE actual y conste que no me refiero al catalán. González no considera que Estado somos todos y que precisamente en razón del reparto competencial son las CCAA las responsables de que lleguen a los ciudadanos las políticas de igualdad, educación, sanidad y éstas deben tener garantizado el principio de suficiencia. Si le preocupa el gasto corriente que se fije en la Administración central del Estado, aquejada de hidrocefalia funcionarial a pesar de estar jibarizada de competencias. En lo demás estamos de acuerdo y me van a permitir que lo esté también con Montilla.
El nuevo sistema de financiación debe incluir el principio de solidaridad, sí, pero tan injusto sería que perjudicase a los menesterosos de ella como que lo hiciese con los que pagan y se convierta, por estática, en un incentivo o impedimento para no progresar o seguir creciendo. Otra cosa es la desafección de los catalanes; tranquilo diría Pujol.
En su pueblo, Iznájar, nunca perdieron el afecto a pesar de siglos de abandono y emigración; lo debería saber Montilla y explicarlo a sus administrados, como conocerá el poco desafecto que tiene La Caixa, como nos demuestra su cariño diario, más que Unicaja y Cajasol, por no citar a las eléctricas que nos adoran, más aún cuando suban las tarifas.
