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La taberna del arte

En pleno corazón de San Lorenzo se esconde la cosmopolita Taberna Ánima. El arte en sus paredes congenia con la música en vivo y las singulares personalidades de los que van por allí.

el 13 nov 2009 / 20:30 h.

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Por fin sábado, ya está aquí el tan ansiado fin de semana. Si aún no sabe qué hacer esta noche o a dónde ir, si el sitio de siempre le aburre y quiere conocer rincones nuevos que le sorprendan, tome nota: en la calle Miguel Cid está lo que busca. En pleno corazón del barrio de San Lorenzo, en el centro de Sevilla, se abre hueco la no tan pequeña Galería Taberna Ánima. Su fachada poco se asemeja a la de un bar común, y su interior más parece un tradicional patio andaluz que un sitio en el que consumir. Azulejos de colores, sillas de enea y mesas de madera comparten el espacio con obras de arte, esculturas y objetos encontrados, que no buscados, por el responsable de todo este tinglado que se ha convertido en referente cultural en la capital andaluza: el austríaco Peter Mair.

"Es un sitio auténtico", comenta la joven Marina Ramos, cliente tan habitual que se ha convertido en íntima del dueño. "Mantiene las raíces de la zona y es uno de los lugares más innovadores tanto por las corrientes artísticas como por la gente que viene por aquí. Es muy cosmopolita." Su novio Benjamín Mengelle es parisino y le da la razón: "Venir al Ánima me hizo conocer y entender mejor la cultura andaluza." Lleva tres años en Sevilla y desde entonces ya ha expuesto algunos de sus trabajos de "texturas y colores" dos veces en las paredes de la taberna. Porque si algo peculiar tiene este sitio con sabor andaluz en el ambiente y sangre austríaca en sus escrituras, es que aquí el arte está al alcance de todos. "Es el imposible punto de cruce entre la estética y la hostelería" que ya dijo el escritor Luis Manuel Ruiz hace unos años. Al silencio de los museos se opone el bullicio tranquilo de este bar, las conversaciones frente a una cerveza que pocas veces termina siendo una.

"Es una maravilla exponer aquí", continúa el joven parisino. "Peter te deja libertad absoluta para manejar el espacio como quieras, y no cobra nada." Muchos bares de la zona (la Alameda está poblada de ellos) han seguido el camino iniciado por Peter hace más de veinte años, pero a diferencia de ellos, el austríaco de 57 años da tal publicidad a la exposición que raro es que quede alguna pintura, fotografía o escultura sin vender. Eso lo sabe bien Fidel Otero, cliente de toda la vida, artista y propietario a la vez de otro de los bares históricos del barrio, el San Lorenzo. "Yo he expuesto mis grabados y fotografías cuatro veces, y en todas la venta ha sido estupenda." El secreto, según Fidel, está en Peter, "ese protector de artistas y colega de oficio", que ayuda al creador que está empezando en el mundillo. Si se acerca hoy por allí, verá cómo las fotografías de Jorge López y los dibujos de Irene Gómez adornan las paredes de la singular taberna. Y si lo que quiere es mostrar al mundo que tiene un don con el pincel o la cámara, sólo tiene que hablar con Peter; él hará el resto.

Dicen que el Ánima es uno de esos sitios a los que no se puede ir con poco tiempo: la diversión está asegurada. Música, de forma programada, hay todos los domingos, pero de manera espontánea siempre se arranca alguien con la guitarra, el piano, las palmas o la misma voz para caldear el ambiente. Estudiantes Erasmus, intelectuales y gente pintoresca comparten risas y conversaciones sobre historia, arte, filosofía y fútbol frente a un vaso de vino caliente, especialidad de la casa, y junto a Micka y Peter, la gata y su dueño, acostumbrados a estar como uno más.

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