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La vuelta a Sevilla en dos horas y diez

Cruzar Sevilla en coche en pleno agosto es un placer: ni atascos, ni pitadas ni urgencias. Cruzar Sevilla en transporte público en verano es un suplicio: autobuses que no llegan, vehículos atestados de gente, aires acondicionados que funcionan poco, o demasiado.

el 15 sep 2009 / 10:33 h.

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Cruzar Sevilla en coche en pleno agosto es un placer: ni atascos, ni pitadas ni urgencias. Cruzar Sevilla en transporte público en verano es un suplicio: autobuses que no llegan, vehículos atestados de gente, aires acondicionados que funcionan poco, o demasiado. Hasta dos horas se tarda en cruzar la ciudad.

Un sevillano emplea tanto tiempo en cruzar la ciudad de parte a parte en agosto como un viajero en ponerse en Cádiz, o casi casi en Antequera, con su coche particular. Un sevillano, claro, que dependa completamente del transporte público. Como confirman los propios conductores, las reducciones de plantilla en verano y el recorte de autobuses articulados -los llamados oruga- complican los movimientos de los que se ven forzados a pasar aquí el verano, como ha comprobado este periódico, aunque no haya recibido datos oficiales de Tussam. No importa si se va de sur a norte o de este a oeste: la media mínima del viaje es de una hora y cuarto (siempre que haya suerte con los transbordos), y la máxima, de hasta dos horas y diez minutos. Eso, sin salir de la capital.

Por ejemplo, en un trayecto Sevilla Este-La Cartuja se invierte como media una hora y media, entre las nueve y las once de la mañana -una de las horas de más uso-. Sólo el 27, la mayor línea de Sevilla Este, tarda entre 20 y 35 minutos en aparecer (comprobado en días alternos de esta pasada semana), a lo que se suman los 30 minutos mínimo que emplea en llegar a Nervión. Desde ahí, el C2, que tarda otros 20 minutos (lo normal es que no pase de diez); lo que llega es un modelo simple, o sea, entran la mitad de los viajeros que en los oruga habituales de esta línea y en la 2 (entre Barqueta y Reina Mercedes).

Existe la posibilidad de escapar de Sevilla Este-Alcosa con el 22, que tiene un recorrido más rápido al ir por la A-92 en un tramo, pero el remedio es peor que la enfermedad: hasta 44 minutos de espera anuncia la pantalla de Tussam en algunas ocasiones. Un usuario que tome el 10 en la Encarnación empleará hora y 20 minutos en ponerse en San Jerónimo, sin hacer ni un transbordo. Si se va, por ejemplo, de Pino Montano, con el 12 o el 13, hasta el Hospital Virgen del Rocío, con el 1, no tardará menos de hora y 40 minutos entre espera y traslado. Los vecinos de Los Bermejales deben tener paciencia para aguardar al 34, hasta 40 minutos para que aparezca por la esquina a media mañana y, de ahí, otro tanto hasta el Prado.

Las líneas que van hasta la estación de Santa Justa (C1, C2, 32) o enlazan con el bus del aeropuerto añaden a los retrasos generalizados, además, los problemas de espacio: son en las que más viajeros se mueven y, además, lo hacen cargados de maletas y mochilas. "Como sardinas en lata", reconoce un conductor del C2 tras dejar a medio pasaje en Santa Justa. El 20 (Alcosa-Prado) y el 29 (Torreblanca-Prado), recientemente rescatados a la empresa Casal sí respetan los 15 minutos entre bus y bus que indica el panel informador.

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