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Las consultas para dejar de fumar se disparan un 300% con la nueva ley

La línea teléfonica de Salud recibe en dos semanas 130 llamadas frente a las 30 habituales y las consultas para terapias presenciales también están más concurridas.

el 29 ene 2011 / 21:17 h.

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Dejar de fumar figura, cada enero, en la lista de buenos propósitos para el nuevo año de miles de andaluces. Pero la entrada en vigor de la nueva ley, que prohibe fumar en todos los locales cerrados y alrededores de colegios, hospitales y parques infantiles, se ha convertido en una motivación extra. Al margen de los que lo intentan por sí solos, las llamadas a la línea telefónica de Salud que ofrece una atención y un seguimiento a distancia y la afluencia a las terapias presenciales que se realizan en los centros de salud se han disparado.

 

Sólo la Quit Line, el teléfono para dejar de fumar creado en agosto de 2007, ha recibido en dos semanas 130 llamadas, frente a las 30 habituales en ese mismo periodo cada inicio de año. En todo 2010, la línea atendió a 1.055 personas. El 83% de los que llaman inician el proceso, en el que se les asigna un terapeuta que hace con él varias sesiones telefónicas de preparación y luego llamadas de seguimiento al mes, tres meses, seis y un año. Uno de cada tres sigue sin fumar al final.

También en las consultas médicas hay un repunte. 629 centros de salud ofrecen terapias individuales para embarazadas, enfermos mentales y casos complejos y 346 terapias de grupo. El año pasado participaron 573.631 andaluces. El índice de éxito es del 40%. Las sesiones son semanales realizadas por médicos que previamente reciben formación especializada a cargo de psicólogos y que suelen usar tratamiento farmacológico de apoyo. Tras cuatro o cinco sesiones de terapia, los pacientes deben ir al médico al mes, tres meses, seis meses y el año para su control.

La venta de cigarrillos electrónicos -que Salud analiza para evitar fraudes-, parches y chicles de nicotina se ha disparado. Existen otros fármacos que necesitan recetas. Los neumólogos reclaman que sean sufragados por el sistema público pero Salud no lo baraja. Mientras, los expertos alertan contra la proliferación de métodos milagro cuya efectividad no está demostrada, desde la hipnosis a la acupuntura. Nieves Prieto, terapeuta de la Quit Line, y Ana Ruiz, psicóloga especializada en terapias presenciales, dejan claro que la varita mágica no existe y la deshabituación al tabaco requiere un esfuerzo y un proceso de fases.

La salud, el ahorro y ahora la ley como motivación
Una de las primeras preguntas que los terapeutas hacen a quienes contactan con ellos para dejar de fumar es por qué. Las razones más habituales son la salud -cuando empiezan a tener síntomas de cansancio, dificultades para respirar o el médico les alerta del inicio de patologías- o el gasto económico que supone fumar asiduamente. De hecho, una de las propuestas es calcular el ahorro que supondrá dejarlo, comprar una hucha y darse un capricho con el dinero no gastado en cigarrillos. También es frecuente que lo hagan porque sus hijos pequeños se lo han pedido y ahora muchos reconocen que las restricciones de la nueva ley para fumar en bares y restaurantes les ha impulsado a intentarlo.

De golpe o gradual, cada paciente decide
Es el paciente quien decide si se ve capacitado para dejarlo de golpe o prefiere ir reduciendo los cigarrillos diarios "porque cualquier imposición no sirve de nada", explica Ana Ruiz. En cualquier caso, hay que marcar un Día D, el primero sin tabaco. Quienes deciden dejarlo de golpe son derivados al médico de cabecera ya que suelen necesitar apoyo farmacológico. La Quit Line y las terapias presenciales están más orientadas a la deshabituación gradual. ¿Cómo asegurarse de que el paciente no miente y realmente fuma la cantidad que dice? En la terapia presencial, se practica una prueba, coximetría, que mide el monóxido de carbono por aire aspirado y permite calcular, de forma muy aproximada, el número de cigarrillos fumado. En la Quit Line, hay que fiarse del paciente pero Nieves Prieto reconoce que no suelen mentir. Si no está cumpliendo "te evitan, no cogen el teléfono o dicen que están muy liados o que se lo están pensando".

El ‘mono' hay que pasarlo pero dura dos semanas
Todo fumador tiene una dependencia psicológica del tabaco y la mayoría también física, pero puede ser baja, media o alta. En función de ello, el síndrome de abstinencia dura más o menos pero en general, se sufre al menos dos semanas y puede haber síntomas hasta dos meses.

Mitos y verdades sobre la irritabilidad y engordar
Uno de los síntomas del mono es el nerviosismo ante la ausencia de una sustancia que el cuerpo está habituado a recibir, pero los terapeutas también alertan contra el "mito de la irritabilidad" que hace que el entorno atribuya cualquier mal día del fumador a que lo está dejando. La nicotina reduce el apetito y quema grasas, por eso sí es cierto que al dejarlo se pueden engordar dos o tres kilos, un factor que desanima sobre todo a las mujeres, reconocen los expertos.

Los fármacos ayudan pero no hay métodos milagro
Existen dos tipos de productos farmacológicos científicamente contrastados:los que contienen nicotina (parches, chicles y comprimidos), que se venden sin receta y deben tomarse durante dos meses, y los compuestos no nicotínicos, que requieren receta médica y empiezan a tomarse entre ocho y diez días antes de dejarlo. Son básicamente dos:bupropión, un antidepresivo con muchas contraindicaciones cada vez más en desuso, y vareniclina, que aporta algo de placer y rebaja el mono.

Ayuda que el entorno no fume o haberlo intentado antes
Es conveniente decirle al entorno que se está dejando de fumar. Sirve de control y motivación. Los terapeutas manejan factores de pronóstico positivo, es decir, indicadores que auguran el éxito. Que el entorno no fume es uno, así como haberlo intentado antes o tener problemas de salud (porque es una gran motivación). Si una pareja decide dejarlo a la vez, es bueno que vayan juntos a terapia si tienen el mismo grado de motivación porque si no, el menos convencido arrastrará al otro.

Actos sociales y durante la abstinencia, el mayor riesgo
En los picos del mono y las fiestas o actos sociales hay que ponerse alerta. Los terapeutas advierten contra ese "primer cigarrillo por el que no pasa nada". Sabrá hasta mal pero el segundo y el tercero ya no y es falso que se controle. Un fumador lo es para siempre y el riesgo de recaer nunca desaparece del todo.

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