Economía

'Las cooperativas sentimos detrás el aliento del lobo. O hay fusiones o...'

'No podemos andar por los rincones muriéndonos de pena'. El presidente de la cooperativa agroalimentaria sevillana Las Marismas reflexiona sobre cómo combatir 'la adversidad con alternativas empresariales' y llama a una mayor unión del sector

el 16 sep 2009 / 06:13 h.

-Primero la reforma del algodón, después la de la remolacha y ahora un tomate en horas bajas. Todo ha impactado sobre la cooperativa Las Marismas. ¿Es el colmo de la mala suerte?

-Frente a los grandes males, grandes soluciones. Ante la adversidad, esta cooperativa se ha crecido y ha demostrado que tiene una sólida base de agricultores socios y trabajadores. Como algodón y remolacha absorbían el 80% de la actividad, Las Marismas se anticipó a las reformas y hace tiempo que inició un proceso de diversificación, de búsqueda de alternativas. Fue así como introdujo la flor cortada y sendas fábricas de manipulación de hortalizas, sobre todo zanahoria y brócoli, que absorben cada vez más hectáreas, y de concentrado de tomate. En la actualidad, el tomate, de magnífica calidad y de producción integrada [semiecológica], es nuestro principal aporte.

-¿Por qué se eligió el cultivo del tomate, con tanto como había y hay en Almería?

-Son productos distintos. Nosotros hacemos tomate industrial [en pasta], mientras que en Almería es producción en fresco. A finales de los ochenta, esta cooperativa compró una fábrica cercana de tomate que había fracasado. Después de años de fatiga, conseguimos adaptar el tomate a nuestros campos y hoy estamos entre las zonas más productivas del campo español y con menos costes de producción. Aunque se pierda la ayuda específica, si hay un lugar en España con posibilidades de futuro para este producto, es precisamente aquí.

-Pero todo se vende a granel. ¿Por qué no productos propios?

-Porque para eso hace falta dimensión. En estos momentos, negociamos gestar un grupo cooperativo con las tres cooperativas tomateras de Sevilla: la nuestra y las de Pinzón y El Trobal. Si sale, podríamos abordar proyectos empresariales de más envergadura como el que usted menciona.

-¿Negociaciones avanzadas?

-En ellas estamos. La falta de dimensión es hoy en día la lacra de las cooperativas agrarias pues nos limita, entre otras cosas, la inversión en I+D, no sólo para nuevos productos, sino también para ser más sostenibles medioambientalmente hablando. Por ejemplo, en Las Marismas queremos aprovechar las características antioxidantes del tomate como complemento alimenticio, e incluso para la cosmética, y también aplicar la biomasa, a partir de los restos de plantas que quedan tras la cosecha, para generar el vapor que requiere nuestra fábrica. Para este proyecto invertiremos 4 millones.

-Recientemente, seis cooperativas desmotadoras de algodón, entre ellas Las Marismas, han forjado Coalsa para aglutinar la producción en esta última. ¿Cuándo comenzará a operar?

-Ya lo está haciendo de cara a esta campaña. Éramos conscientes de que o nos uníamos todos o moríamos todos. Era mejor ajustar la capacidad a la producción y acogernos a las ayudas públicas de reestructuración sin abandonar a nuestros agricultores.

-¿Cómo se le queda el cuerpo a una cooperativa cuando tiene que cerrar y achatarrar su maquinaria?

-Para el sector no ha sido nada agradable, y menos para presidentes y gerentes de cooperativas que llevan muchísimos años en este sector. Pero no nos podemos quedar en los rincones muriéndonos de pena. Hay que salir a buscar soluciones para nuestros socios.

-Una rémora para las fusiones entre cooperativas son los personalismos...

-Y se trata de un problema que hay que arreglar. De lo contrario, será la crónica de una muerte anunciada para las cooperativas. Ya sentimos el aliento del lobo detrás nuestra, y así lo entendemos muchos presidentes de cooperativas sevillanas. Habrá próximos movimientos. Es ahora o nunca. Tenemos que acabar con la atomización. ¿No lo están haciendo las cajas?

-¿Cuáles son los principales mercados de Las Marismas?

-El nacional, Europa y Rusia, aunque también hay algunos envíos puntuales a África y EEUU.

-¿Y en caso del algodón?

-Casi todo va hacia la exportación, a aquellos países en los que se concentra la industria textil, en especial China.

-¿A China? ¿Y es rentable enviar allí la producción?

-Es donde está la industria, la de aquí... Y eso pese a tener unos costes mayores de producción con unas reglas de juego que, creo, no respetan en otros países, porque nos han prohibido muchos fitosanitarios y materias activas, de manera que las plagas, cada vez más insistentes, pueden poner en peligro la viabilidad del cultivo. Ese esfuerzo medioambiental implica una pérdida de competitividad a la hora de competir en un mercado global.

-¿Qué es Las Marismas en su comarca?

-Una cooperativa con 500 socios, 40 millones de euros de facturación y 14.000 hectáreas. Y, sin duda, es la empresa más importante de la zona, y más en estas fechas con la campaña del tomate, un cultivo muy social que genera muchos puestos de trabajo hoy, que tanta falta hacen.

-¿Tantos parados llaman a sus puertas por la crisis?

-Sí. Hemos pasado de tener problemas para completar la plantilla en campaña a tener colas relativamente importantes y distribuir los turnos de la fábrica para así repartir entre más el trabajo que hay. En plantilla tenemos 120 empleados fijos, pero en campaña, hasta 400. En estos tiempos, es digno de ver cuántas personas trabajan allí y el trasiego económico que mueve Las Marismas.

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