Economía

"Lo que más desespera es la tardanza en cobrar la ayuda"

Arturo Hidalgo. Ganadero y responsable de la sectorial de jóvenes de Asaja Sevilla

el 29 jun 2014 / 15:00 h.

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Solo, sus inicios estuvieron marcados por la pérdida de una subvención y la asunción de más responsabilidad de la esperada. Como apoyo inestimable –«e incluso, reconozco, como posición aventajada»–, el hecho de ser técnico de Asaja, a cuyos jóvenes agricultores y ganaderos asesora, trabajo que le permite conocer de primera mano las líneas de ayudas. Arturo Hidalgo, en su explotación ganadera. / Foto: El Correo Arturo Hidalgo, en su explotación ganadera. / Foto: El Correo Ni mi padre ni mi madre, ambos de familias vinculadas al campo, me dejaban meter cabeza, de ahí que arrancara solo». Llevaba un año como técnico de la patronal agraria Asaja-Sevilla cuando, de tanto asesorar, se preguntó por qué no se asesoraba a sí mismo, por qué no aprovechar ese caudal de conocimiento. Solicitó una ayuda para jóvenes ganaderos, se buscó una finca y compró 50 vacas. La nueva faceta le daría a este ingeniero agrónomo dos inmediatos desafíos. El primero, el fallecimiento de su padre. «Me hice cargo de las explotaciones de la familia. Mis tres hermanas están en otros asuntos». El segundo, «no recibí la ayuda pues había mucha letra pequeña que me obligaba a presentar un balance positivo y otros compromisos. ¿Cómo iba a hacerlo, si era un emprendedor? El dinero que invertí en las 50 vacas terminaría por ser un préstamo que asumí y pagué». La ayuda de primera instalación la rechazó. Al sumar las tierras de la familia se abrió otra puerta: la subvención a la modernización. «Y por ahí entré». Arturo Hidalgo se inició en el campo –«del que soy un enamorado; mis recuerdos de infancia son mi abuelo, un tractor, el ganado, un caballo...»– cuando tenía 29 años, y son 35 los que cabalga ahora. ¿Balance? «El mío es positivo». Cien vacas mansas, cuarenta bravas, mil lechones y naves para cochinos de cría. Eso sí, reconoce que, al ser técnico de Asaja, donde es responsable de su sección de Jóvenes, le otorga cierta «situación adelantada, incluso de ventaja», por el simple hecho de estar siempre en contacto con las administraciones y pendiente, pues, de cuantas líneas de ayudas públicas surjan. «Con las ayudas, mi explotación crece. Me permiten combinar años justitos y años negativos». Entonces, ¿son suficientes? «Por un lado o por otro, sí, pero esa no es la cuestión. El problema está en que funcionan mal por su lentitud. El largo plazo desde que te la conceden hasta que la cobras hace que mucha gente se desespere». En su caso –agrega– aflora otra ventaja para que le vaya «bien». Es el precio «módico» abonado a sus hermanas en concepto de arrendamiento de las tierras. «Soy el único de los cuatro que continúa la tradición ganadera familiar». «¿Mi recomendación? Ante todo, que el joven sepa que esto no es un camino de rosas. Hay que estar convencido de las dificultades. Y si te gusta de verdad, tiene sus recompensas». «A quienes llegan a Asaja diciendo que quieren ser ganadero o agricultor porque no saben qué hacer en la vida, y los hay, yo les aconsejo que no, que si piensas sólo en la ayuda, que no lo hagas. Debes pensar que puedes hacerlo sin ayuda, y si ésta viene, pues bendito sea Dios». Dos trabajadores fijos y uno eventual son los que Hidalgo tiene. «Más mucho teléfono y muchas tardes y noches».

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