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Lo que sabe el maestro e ignora el padre

Un profesor de Secundaria no puede orientar a una alumna para que interrumpa un embarazo sin consultarlo con sus padres, pero puede acompañarla a un centro de planificación a pedir la píldora del día después. Tiene 48 horas para tomar esa decisión desde que la niña le dice que el preservativo se ha roto. El maestro levanta teléfonos, la tranquiliza y le jura que su padre no se enterará.

el 16 sep 2009 / 02:42 h.

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Un profesor de Secundaria no puede orientar a una alumna para que interrumpa un embarazo sin consultarlo antes con sus padres, pero puede acompañarla a un centro de planificación familiar a pedir la píldora del día después. Tiene 48 horas para tomar esa decisión desde que la niña entra en su despacho y le dice que el preservativo se ha roto. El maestro empieza a levantar teléfonos, tranquiliza a su alumna y agiliza el proceso para dejarla en manos de sanitarios. Pero, sobre todo, le jura y perjura que su padre no se enterará de lo que pasó en las últimas 48 horas si ella no quiere.

La ley del menor es muy clara en cuanto al respeto a la confidencialidad de los chavales y permite que el maestro y la alumna compartan ese secreto. Según los pedagogos de institutos, esto es fundamental para que una niña se atreva a contar su problema. Pero, a pesar de que la ley les ampara, los profesores suelen actuar con el corazón encogido. Ahora, en cambio, el Gobierno les ha quitado un peso de encima, o al menos lo ha aliviado. Puede que las chicas sigan pidiendo ayuda al maestro, pero ahora podrán comprar la píldora poscoital en la farmacia, sin tener que pedir una receta en el centro de salud.

Si alguna conclusión puede deducirse de los datos de menores embarazadas en Sevilla -más de mil al año, y la mitad aborta- es que a los adolescentes les resulta más difícil hablar de sexo, que tener sexo. España fue el último país europeo en desarrollar políticas de prevención sexual para jóvenes, y cuando lo hizo cometió un error de principiante: en 1984 el Gobierno ordenó abrir las primeras consultas para jóvenes dentro de los centros de salud, pero en menos de cinco años las habían cerrado todas. Por miedo o por vergüenza, los adolescentes no se atrevían a entrar en un hospital lleno de gente. En 2001, las consejerías de Educación, Salud y Bienestar Social diseñaron el programa Forma Joven, un plan para combatir el principal problema de la educación sexual de los chavales: la falta de madurez. Esta vez, el programa se ubicó en los institutos de Secundaria (más de un centenar en Sevilla), para facilitar la entrada de los adolescentes.

El autor del estudio del comportamiento sexual de los sevillanos, José Rodríguez Carrión, mostró los resultados a un grupo de pedagogos hace dos días, y la charla estuvo contagiada por la novedad de la liberalización de la píldora poscoital. La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, tuvo mucho cuidado de presentar la medida subrayando que esta píldora no era ni podía usarse como un anticonceptivo más. Aunque muchos sanitarios insisten en que algunas alumnas acuden cada fin de semana a un centro de salud distinto a pedir la poscoital. "Es cierto que no tiene efectos secundarios. Tampoco beber una copa de vino oloroso, pero si me tomo dos botellas al día puede haber riesgos", apuntó Carrión. El autor cree que el paso lógico ahora, a pesar de las cautelas del ministerio, es liberalizar la venta en farmacias de la píldora anticonceptiva. "Si la poscoital no necesita receta, tampoco los anticonceptivos", dijo. Según el Plan de Atención a los problemas de Salud en los Jóvenes andaluces, el SIDA sigue siendo la tercera causa de muerte adolescente, por detrás de los accidentes de tráfico y el suicidio.

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