Si en su libro El viento derruido abordaba una visión general del mundo rural de la posguerra, y en el posterior En los años de la niebla se centraba en la vida en Los Pedroches, ahora Alejandro López Andrada (Villanueva del Duque, Córdoba, 1957) cierra su ciclo narrativo con El óxido del cielo, una obra sobre el fin de una época y la muerte de esa cultura campestre a través de la figura de los herradores en el contexto de la tecnificación agrícola, "cuando mueren las señales del campo, la hoz, el arado romano", explica.
Apostando por la más libérrima fusión de géneros, al estilo de grandes autores europeos como Claudio Magris, López Andrada combina narrativa, poesía, antropología, periodismo y literatura de viajes con el deseo de "darle voz a ellos, los que nunca tuvieron", comenta, "héroes en un mundo muy duro, con una dignidad admirable. Vivieron una posguerra crudísima, pero en su mirada no hay rencor. Fueron capaces de perdonar a los culpables de todo aquello".
Por otro lado, Alejandro López Andrada cree que "ahora se habla mucho de turismo rural, parece haber una vuelta atrás, pero es cartón piedra. Esa vida de sudor y miseria pasó, pero se puede buscar de nuevo la pureza del paisaje, los bosques de encinas, las alamedas, los arroyos. Hoy en los pueblos se vive de manera urbanita, cualquier niño está conectado a la aldea global", concluye el escritor.
