Local

Los avatares de la Policía para devolver las obras de arte robadas

Los ocho agentes del Grupo de Robos de la Policía Nacional jalonan su labor ocupándose también de recuperar y devolver a sus dueños obras de arte, algunas de valor casi incalculable.

el 16 sep 2009 / 05:34 h.

TAGS:

Entre los muchos asaltos a domicilios que son su pan de cada día se cuelan, de vez en cuando, una monumental estatua de San Pedro del siglo XVIII, un querubín, cuadros surrealistas o imitaciones de bocetos de Picasso. A veces, arrebatárselos a los ladrones es lo de menos: lo peor es encontrar al dueño.

Un agente del grupo de Robos de la Policía Nacional entra en una casa y ve que no hay destrozos, no ha saltado la alarma y lo único que falta es, justamente, el cuadro más caro, que ha sido extraído a ras del marco cortando con cuidado el lienzo para llevárselo enrollado. Entonces sabe que es probable que no lo recupere. "Cuando un ladrón de arte es profesional, y eso se nota, tiene la obra colocada antes de robarla, normalmente a un coleccionista que no la va a sacar al mercado porque la quiere para disfrutarla él, en su casa", explica el inspector que dirige el grupo. Por si algún día esa estatua o ese lienzo ven la luz, en alguna subasta, la Policía creó hace años una base de datos internacional donde todos vuelcan sus hallazgos por si alguien los está buscando en cualquier lugar del mundo.

Esperando que descubran su origen está, por ejemplo, una figura de San Pedro de la escuela sevillana del siglo XVIII, de madera dorada y policromada tasada en 36.000 euros, que lleva más de un año en las dependencias policiales. Fue encontrado sin ninguna documentación en una casa de antigüedades en las revisiones que la Policía realiza periódicamente a estos negocios, y el dueño no pudo aclarar su origen. Se han hecho muchas gestiones, pero no hay manera: San Pedro no suelta prenda. "En el convento de San Isidoro del Campo de Santiponce había un libro que hablaba de un retablo en el que había una figura de San Pedro, y fuimos a comprobar si podía ser éste, pero las indagaciones fueron negativas", explica otro agente del grupo.

Aunque los policías "siempre creen que se van a encontrar con Eric El Belga -el mayor ladrón de arte de la historia-, lo normal es toparse con uno que entra en un piso, ve un cuadro que le gusta y se lo lleva", explica el jefe del grupo. A ése sin embargo es más fácil cogerlo, porque son obras difíciles de colocar.

Las revisiones a anticuarios -a cada uno de los 16 que hay en Sevilla lo visitan al menos una vez al año, igual que los 81 locales de compraventa de oro- permiten encontrar este patrimonio de origen dudoso, porque todo lo que compran debe quedar registrado con sus certificados. El jefe del grupo explica que estos negocios son muy reacios a defraudar. "No les conviene tener cosas chungas, no sólo porque es un delito: es que no es rentable para ellos, porque se las quitamos y pierden la inversión".

Este grupo policial encuentra sorpresas en los lugares más inesperados: el robo en el retablo de una ermita de Osuna, del que arrancaron una gran figura de Santa Ana con la Virgen en brazos, otra de San Joaquín y varios cuadros, lo resolvió la Policía cuando seis o siete meses después preguntaba por otro asunto en el mercadillo del Jueves de la calle Feria. Un vendedor admitió saber quiénes eran los autores: tres individuos que iban en su furgoneta y, al ver la ermita abandonada, entraron y arramplaron con lo que había. Pero vender arte no es fácil, y las obras permanecían en un piso de Isla Cristina, ya que pretendían darles salida en Portugal.

Aunque estos robos no son frecuentes -este año sólo ha habido un par-, sí hay más que en otras ciudades: Sevilla tiene una gran tradición de antigüedades. "Invierte mucha más gente de la que parece, hay dueños de cortijos, descendientes de la nobleza e incluso profesionales que tienen cuadros impresionantes en sus casas", aunque no sean mansiones.

Las obras heredadas dan ciertos problemas a la Policía, porque a veces llevan siglos pasando de padres a hijos sin títulos de propiedad, "pero suelen estar inventariadas en las herencias". Eso sí, si aparece un cuadro, no todo el mundo puede decir "que se lo ha dejado su abuela". Los agentes rastrean la obra y, "si su historia no es creíble, la intervenimos".

En algunas ventas fraudulentas hay compradores de buena fe, que las adquirieron en anticuarios pensando que la transacción era legal. Y lo contrario: quienes compran burdas copias o falsificaciones, carísimas, pensando que el sobrecoste se debe a que proceden del mercado negro.

El grupo de Patrimonio está preparado para calibrar su valor. Un agente es licenciado en Bellas Artes, el resto ha recibido unos intensos cursos anuales que se dan en Madrid. Aunque luego la Junta de Andalucía valora las obras, suelen saber a simple vista a qué clase de ladrón se enfrentan: "Hace poco hubo un robo en el Gran Poder. Decían que era un cuadro de gran valor, pero no lo era. Lo cogió un indigente que lo eligió porque era lo único que le cabía en la mochila".

Las obras recuperadas se exponen cada seis meses en la Jefatura Superior, en Blas Infante, junto con miles de joyas también recuperadas cuyos dueños no han podido ser localizados. Así, cualquiera que haya sufrido un robo puede intentar identificarlas. Si es capaz de demostrar que son suyas, le serán devueltas.

  • 1