El plan de restricciones de acceso de tráfico privado al Centro tiene un obstáculo reconocido incluso por el Gobierno local: los aparcamientos. No sólo porque no están en marcha todos los previstos, sino por sus precios. Desde septiembre de 2007, fecha en la que se obligó a tarifar por minutos, los aparcamientos públicos del Centro y de su corona -los privados no tienen que acordar sus precios con el Consistorio- han elevado un 13,12% de media el coste del estacionamiento. La última revisión de tarifas -de febrero del pasado año- preveía una subida acorde al IPC del mes de octubre anterior para nueve de los aparcamientos, un 3,6% al que dio su aprobación el Gobierno local. Sin embargo, la variación negativa del -0,7% del IPC correspondiente al siguiente ejercicio no sólo no ha sido aplicado ni, por tanto, ha rebajado el importe del servicio, sino que la subida media supera en más del cuádruple la variación de los dos últimos años, un 2,9%. Esta situación provoca que aparcar una hora en los estacionamientos concesionarios cueste de media 1,61 euros y que en el centro el coste llegue hasta 2,16 euros, como en el caso del parking privado de Escuelas Pías.
El Ayuntamiento tiene puesto en marcha un estudio estadístico que pretende evaluar estos aspectos. Entre las intenciones de Movilidad para el nuevo plan de tráfico del Centro está proponer a las empresas concesionarias de los aparcamientos una rebaja de los precios con la que consideran que se podría ver aumentada la rotación y generar más beneficios.
Mientras tanto, el podio de las tarifas en los estacionamientos de rotación lo lidera el parking más nuevo, José Laguillo, con una media de 2,11 euros por hora. Le siguen dos estacionamientos privados como Escuelas Pías, Plaza de Armas, y la Magdalena. Pese a esto, en los últimos años la mayor subida la ha experimentado Arjona, emplazado junto a la estación de autobuses: un 34,78% más que se traduce en 48 céntimos más por cada hora de alojamiento del vehículo en el recinto gestionado por Rotación de Estacionamientos. La otra cara la ofrece el aparcamiento del Arenal, el que más acerca sus tarifas a la variación del IPC desde octubre de 2007 hasta el mismo mes de 2009: un 5,38%. Con un porcentaje por encima de la decena acompañan a Arjona Cano y Cueto (13,64%), y la Plaza de la Concordia (24,05%).
Estos precios son uno de los factores que provocan los bajos índices de rotación con los que el Ayuntamiento justifica que se hayan parado proyectos de nuevos estacionamientos en la Barqueta o en la Glorieta del Cid. Según los últimos datos difundidos por Movilidad, de las 5.234 plazas que existen repartidas entre los once estacionamientos -sean concesiones o privados- un 42% están libres de lunes a viernes de 8 a tres de la tarde.
Caro pero necesario
Protestan por la situación del tráfico y se quejan de los precios de los parkings y de su ocupación, pero son pocos los que reniegan de usar un parking subterráneo al ir al Centro. Siempre hay excepciones no obstante al hablar de los estacionamientos del núcleo histórico. Como Juan Antonio Martínez, quien cree que habría que vetar la circulación en el Centro “del todo”. Este asiduo al aparcamiento de la Plaza de la Concordia estaría dispuesto a abandonarlo con dos condiciones: “Si tengo aparcamiento y puedo coger el autobús a menos de 100 metros”. Con tres visitas mensuales gasta seis euros.
Sin más remedio, Josefa Galán suele recurrir al aparcamiento Arjona, donde gasta unos cuatro euros por cada visita al centro de salud de Marqués de Paradas. “Muy barato no es”, se queja. “¿Pero dónde lo aparco, si no?”.
El aparcamiento de la avenida de Roma es uno de los preferidos por los turistas, en plena Puerta de Jerez. Dos de ellos son Ramón Conejos y Teodoro Jiménez, unos valencianos que protestan por las dificultades que las obras les han causado para llegar. “No está mal”, dicen del precio. “Por dos horas en Mestalla pago en torno a cinco euros”, compara Ramón.
“En Sevilla es obligado recurrir al parking”, comenta José Japón, comercial y cliente del aparcamiento de Cano y Cueto. En él “las plazas son muy justas”, pero asegura que “como en todos”. Y no habla sólo de la cantidad de plazas, sino de su reducido tamaño: “Tengo las puertas llenas de bollos”.
