Cultura

Los payasos también se enamoran

Juan Dolores Caballero rescata la emoción y la congoja del circo desde el lenguaje del clown.

el 22 feb 2014 / 22:30 h.

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Natta**** Lugar: Teatro Central. Fecha: 21 de febrero. Compañía: Teatro del Velador. Dramaturgia, dirección y espacio escénico: Juan Dolores Caballero. Composición musical: Inmaculada Almendral. Intérpretes: Eva Rubio y Manuel Solano. payasosSe encienden las luces y vemos a un payaso, vestido con bata de operario, barriendo el escenario. Acto seguido se dirige al patio de butacas para seguir con su tarea, levantando a los espectadores de sus asientos sin un ápice de consideración o delicadeza. Es el comienzo de esta nueva propuesta de la compañía Teatro del Velador, una exquisita comedia que, como su nombre indica, supone un delicioso ejercicio teatral con el que Juan Dolores Caballero pone su estética de lo feo al servicio del lenguaje del clown. Si algo define a este veterano dramaturgo y director granadino afincado en Sevilla, es que siempre ha sabido imprimir a sus obras un estilo propio que, partiendo del llamado Arte Bruto, ha llegado a definir una forma teatral en la que el texto no es más que un pretexto para recrearse en el desequilibrio y lo inacabado. Por encima de la palabra la dramaturgia se construye mediante una suerte de unión entre la expresión corporal y el espacio escénico, que lejos de intentar reflejar la realidad se define como un universo de ensueño donde prima lo irregular y lo grotesco. El ritmo suele ser bastante fluido y ascendente y la composición escénica delimita un sinfín de imágenes, a la manera de cuadros, que se recrean en lo monstruoso y deforme como metáfora de la crueldad y la violencia que nos rodea. Todo ello se vuelca en esta obra sin dejar de respetar –en ello consiste su grandeza– el lenguaje y la figura del payaso de circo, que destila bondad e inocencia. El argumento de esta Natta es de hecho muy sencillo: un pianista y una violinista y cantante se disponen a ofrecer a su público un concierto de música clásica. Por su indumentaria y la escena inicial el músico se distingue fácilmente como un payaso. Sin embargo nos sorprende con lo que parece ser la interpretación de tema al piano en vivo y en directo. La mujer, en cambio, se presenta con un elegante traje de noche, portando un violín auténtico y caminando lenta y cadenciosamente, como si de una diva envuelta en un aura mística se tratara. Pero en realidad su cara y su expresión gestual nos remite a un conocido personaje de Tim Burton, y al contrario que su pareja nunca llega a deleitarnos con su música. Así, desde el principio los dos personajes se enfrascan en un juego de acciones contrarias que continuamente logran sorprender al espectador, desbaratando cualquier mecanismo de defensa. El discurso descansa en las acciones, que giran en torno a un sinfín de gags cómicos propios del lenguaje del clown. Así, nos encontramos con las clásicas caídas, toda una gama de golpes y torpezas típicas, así como los guiños de complicidad y el humor blanco que descansa en el imaginario colectivo gracias al circo. En ese sentido no parece que la dramaturgia proponga nada nuevo, más bien se diría que provoca la risa convocando el placer de lo conocido. Nada más lejos de la realidad, no obstante. Y es que, a pesar de que Manuel Solano define su personaje como a un auténtico payaso circense, poco a poco el relato se va impregnando de surrealismo y sus acciones se completan con toda una gama de recursos teatrales contemporáneos que colman de magia la escena, hasta definir una historia de amor increíble, en la más pura acepción del término, que nos devuelve la emoción y la congoja que sentíamos de niños cuando presenciábamos un número de circo. Para ello Juan Dolores Caballero sumerge a sus personajes en un curioso recorrido por las pulsiones humanas más básicas, como el miedo, la desesperación, el sexo, o la violencia y el instinto destructor. Todo ello tamizado por una ternura desbordada que el actor Manuel Solano derrocha desde la primera hasta la última escena con una soberbia interpretación, que brilla por su limpieza técnica y su dominio de la interacción con el público. De la misma manera, su compañera de reparto Eva Rubio nos encoge el corazón con un trabajo corporal y gestual tan impecable como imponente.

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