El trabajador municipal fallecido al ser su cuadriciclo arrastrado por el desbordamiento de un arroyo en una vía de servicio paralela a la autovía A-92 (Sevilla-Málaga) fue enterrado ayer tras un funeral en la Iglesia de San Eutropio con la presencia al completo del Ayuntamiento de Paradas, cuyo alcalde, Manuel Portillo (PSOE), cuantificó en 100.000 euros los daños causados por el temporal en las infraestructuras.
El regidor informó de que este trabajador, con las iniciales J.V. y de 60 años, estaba adscrito al Ayuntamiento de Paradas y llevaba cinco meses de baja. Precisamente el pasado jueves se reincorporaba a su puesto de trabajo y, con motivo de su regreso a la vida laboral, circulaba en torno a las 6.30 horas con un vehículos de baja cilindrada -de los que no requieren carné de conducir- por la vía de servicio por la que habitualmente accedía al casco urbano desde su casa rural, a las afueras de este pueblo de la Campiña.
"Una gran tromba", según el alcalde, habría sacudido este tramo de la A-92 motivando la crecida de alguno de los arroyos que transcurren bajo la carretera, y la fuerza de la corriente fue tal, que el cuadriciclo resultó arrastrado unos 200 metros.
Este operario del servicio de limpieza habría muerto ahogado, según las primeras hipótesis, ya que ayer no trascendieron más datos sobre las causas del fallecimiento. El regidor avanzó, en declaraciones a la agencia Europa Press, que en el próximo pleno se leerá públicamente un manifiesto en memoria del difunto.
Por otro lado, los técnicos municipales cifran inicialmente en cerca de 100.000 euros las pérdidas derivadas de los desperfectos en las infraestructuras. El viento y las fuertes precipitaciones anegaron viviendas, arrancaron árboles y farolas, derribaron muros y destrozaron el firme del recinto ferial.
Con semejante panorama se despertó ayer Marchena, también en la Campiña, tras la tromba del pasado jueves. Es más, el Ayuntamiento de Marchena, gobernado por Juan Rodríguez (PA), estudia solicitar una línea de ayudas para subsanar los daños por la crecida del arroyo Lavadero. El paso subterráneo que constituye el acceso al barrio de la Alameda quedó inundado al igual que varias calles de la Travesía San Ignacio, los locales comerciales del lugar y el entorno de la Plaza Alvarado, donde los propietarios de comercios limpiaban ayer por la mañana el barro acumulado. Llamativo es el caso de un antiguo silo agrícola, que quedó totalmente colmado por el agua de la lluvia y, según el alcalde, la bomba extractora instada por los bomberos no terminará de vaciarlo hasta hoy.
