La sociedad española que ha conocido los nuevos pecados presentados la semana pasada por el Vaticano vive cada vez más alejada de la Iglesia. Los expertos hablan de una tercera oleada de secularización, en la que la mitad de los jóvenes se declara ateo, agnóstico o indiferente.
Una gran parte de la juventud española no se casa y, si lo hace, no es en una iglesia. Los jóvenes ya no creen en el cielo, el infierno o el pecado. El 94% de los españoles está bautizado pero, según el barómetro del CIS de 2007, sólo el 77% se declara católico, el 15,8% acude a misa casi todos los domingos y más de la mitad casi nunca. La gran mayoría visita los templos exclusivamente para celebraciones y funerales, y cada vez con menos frecuencia.
Es en estas circunstancias en las que hace unos días el Vaticano presentó algunos de los que podrían ser los nuevos tipos de pecado. El prelado Gianfranco Girotti destacó los pecados que se cometen hoy día "en el área de la bioética", donde se violan "derechos fundamentales de la naturaleza humana".
Apuntó también al ámbito de la droga, "con la que se debilita la psique y se oscurece la inteligencia", así como al de las "desigualdades sociales y económicas. Asimismo, mencionó los pecados contra la ecología, que hoy día "revisten un interés especial", sobre todo, por lo que respecta a la contaminación ambiental.
Juventud. En esta coyuntura, el catedrático de Sociología Alfonso Pérez-Agoten explicó ayer que sólo un 20% de la población sigue el magisterio de la Iglesia, fundamentalmente personas mayores. En cuanto a los jóvenes, este experto admite que los nuevos pecados bioéticos y ecológicos tienen más sentido para ellos, pero "la sociedad no piensa en términos de pecado, y la juventud menos". "Está bien que [la Iglesia] lo diga, aunque a casi nadie le importa", asegura el sociólogo.
En las últimas décadas, la secularización no ha dejado de avanzar en España. En opinión de Pérez-Agote, asistimos a una "tercera oleada" (la primera fue antes de la Guerra Civil y la segunda en los 60-80). Por primera vez, entre los jóvenes, hay un trasvase de católicos practicantes y no practicantes a posiciones más alejadas de la religión.
Entre 1994 y 2005, los jóvenes católicos practicantes han pasado de un 18% a un 10%. Los no practicantes del 59% al 39%. Simultáneamente, los ateos, indiferentes y agnósticos han pasado del 22 al 46%, según datos de la Fundación Santa María. España ha pasado de ser un país de religión católica a un país de cultura católica. En este caldo, en el que han crecido las nuevas generaciones, la "tercera oleada", alerta el catedrático de Sociología, "puede llevar a una pérdida no solo de la religión, sino también de la cultura católica".
