El primero de ellos, José Luis, es un trianero enamorado de su tierra. El segundo, Fernando, es un sevillano que tuvo la oportunidad de quedarse en Madrid por motivos profesionales, pero decidió el viaje de vuelta. Ambos, con sus empresas, Ayesa y Alter Tecnologhy Group respectivamente, apostaron desde el primer minuto por Cartuja 93. En aquellos momentos, el mensaje de clausura de la Expo del 92 de S.M. El Rey, pidiendo que aquel recinto no se infrautilizara y que sirviera para dibujar el futuro, pesaba sobre los hombros de aquellos que quisieran arrimarlos. Manzanares y Franco se sintieron comprometidos con Sevilla.
Hoy, sus empresas cuentan con centenares de profesionales en todo el mundo. Pero sus cuarteles generales siguen en Sevilla, en la Cartuja. Por ese motivo, hay que darles lo que merecen en justicia. Hay que acondicionar aquel recinto mejor para que se pueda trabajar con más comodidad, y eficacia. Ellos, el valor, y no como en la mili que se suponía, ya lo han demostrado.
