Hay personajes que cifran su supervivencia en política en no hacer nada, en no tomar decisiones. Pero a la larga, decidir es lo único que dignifica realmente a la acción política. Porque es lo más difícil y porque exige tener ideas en la cabeza. En un terreno que está en constante movimiento no se puede permanecer anclado porque se queda uno sin suelo bajo los pies. Le tengo respeto a las crisis de los partidos porque no es estético que ganen unos por los errores del contrario. No es noble ni práctico porque alterado el equilibrio ecológico de la política todo puede suceder. Por lo mismo, si somos gente de bien debemos desear pronto restablecimiento a quienes pasan mal momento. Es fácil desencuadernar un partido pero pegarlo luego lleva tiempo y, con frecuencia, altos costos.
El presidente del PP estará pensando por qué aceptó la designación cesarista cuando estaban en el poder los suyos y podía haberse hecho legitimar por su gente. Se preguntará por qué aceptó la guardia de los que demasiado tarde han reconocido su achicharramiento y se van marchando dejándole en el peor momento. Se repetirá por qué no afrontó a su tiempo la pelea de Madrid en vez de dejar que se pudriera. Ahora que ha muerto Calvo Sotelo y vaga en sus sombras Suárez vale el ejemplo de ambos. Se fueron porque pensaron que eso era mejor para su país que quedarse. Creo que el líder del PP es el mejor de entre los que conozco de los suyos pero todo le habría salido mejor si hubiese decidido a tiempo.
Abogado
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