Cultura

Mendicutti: "Admiro a la gente que es desvergonzada, pero con estilo"

el 12 abr 2011 / 19:22 h.

Eduardo Mendicutti, un escritor en plena madurez que acaba de dar a la imprenta algunas de sus mejores páginas.
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Veinte años después de su novela más exitosa, El palomo cojo, Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948) se propuso ensayar un nuevo reencuentro con la infancia y el pasado. La diferencia esta vez era que el protagonista no iba a ser un niño confinado en casa de sus abuelos, sino un adulto que decide retirarse del trabajo en una urbanización.

Tal es el germen de Mae West y yo (Tusquets), la última novela del escritor gaditano, que presentó ayer en Sevilla invitado por el Centro Andaluz de las Letras. Al parecer, Mendicutti la tenía bastante avanzada cuando le sobrevino un percance de salud, que le obligó a interrumpirla bruscamente. Cuando se repuso, ya no había forma de retomarla como hasta entonces, y decidió que el protagonista bautizaría "la hasta ahora bulliciosa parte de su cuerpo que ha enfermado" con el nombre de Mae West, y empezará a mantener con ella descacharrantes diálogos. "Tengo poca imaginación, muy poca", admite el autor. "Esta vez ni siquiera he cambiado el escenario donde transcurren las cosas".

No obstante, la figura de Felipe Bonasera, diplomático y ventrílocuo aficionado, sirve a Mendicutti para ensayar un nuevo registro: "Quería que descubriera algo nuevo, como es la relación con una señora, aun siendo él gay. Pero más importante aún es que el personaje sea fundamentalmente soltero, lo que me permite jugar con dos temas fundamentales: la idea de empezar a despedirse del mundo y el humor como instrumento para hacer frente a la adversidad. Todo ello lo mezclo con aficiones como el cine o el fútbol, que me gusta mucho, y junto a eso hay otro asunto: el misterio de los afectos, cómo la afectividad nos sorprende a veces", explica.

PASIÓN POR EL CINE. Conocido cinéfilo, Mendicutti cree que "para mucha gente de mi generación, cuando las cosas no eran tan evidentes como ahora, con un país asfixiado por la dictadura y muy poco acceso para la cultura en libertad, el cine fue una fuente importantísima de aprendizaje cultural, sexual, estético, vital... Los aficionados jóvenes de ahora son muy diferentes a los de mi edad. el cine, cuando no había libertades, ha sido para nosotros una manera de construir nuestro imaginario", apunta. 

Cabe preguntarse por qué, de entre las muñecas parlantes que Felipe Bonasera colecciona en casa, se decanta precisamente por Mae West -célebre por frases como "Cuando soy buena, soy muy buena. Pero cuando soy mala, soy mucho mejor"- y no por Marlene Dietrich o Marilyn Monroe. "El de Marlene es un humor ácido, el de Marilyn es un humor candoroso, pero el de Mae West es un humor desvergonzado, y eso es exactamente lo que quería. Admiro mucho a la gente que es de svergonzada, pero con estilo. Mae West tiene ese punto provocativo, impúdico, pero con gracia, que convenía a la novela".

Una desvergüenza, justo es matizarlo, que nada tiene que ver con las actitudes análogas que puedan verse encendiendo a cualquier hora la televisión. "La desvergüenza habitual carece de artificio artístico, de elaboración, de creatividad", observa Mendicutti. "La desvergüenza de Mae West está muy bien cocinada, condimentada, en contraste con la actual, que es muy plana, cruda", agrega. 

Por último, sobre la crisis actual, que como todo también ha acabado alcanzando al mundo de la cultura, Mendicutti cree que "hay preocupación entre la gente del mundillo, pero cuando me pongo optimista pienso que lo nuestro puede ser como lo de la economía, que es cíclica; y, como ésta, se arreglará sola, y todo lo que intervengamos en ella será para estropear las cosas", opina.  Y sobre las nuevas tecnologías, concluye: "No soy tecnófobo, pero casi. Utilizo lo básico para escribir y comunicarme, pero las virguerías no están hechas para mí. ¿Redes sociales? Lo siento, pero van a un ritmo que me sobrepasa. ¡Ni siquiera sé mandarle un mail a mucha gente a la vez!", apostilla.

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