Habrán visto estos días a jugadores besando el escudo serigrafiado en la camiseta del equipo en el que acaban de ser presentados como nueva incorporación. En otras ocasiones, en plena competición, besar de forma compulsiva la camiseta y el escudo que va en ella cuando se ha marcado un tanto importante. Habrán escuchado frases de amor eterno a su equipo y no digamos cuando en momentos claves y decisivos ante la afición se jura que se luchará hasta el infinito para devolver al equipo a la categoría recientemente perdida. Mentiras de fútbol. El tiempo me ha enseñado que mentir en fútbol es el pan de cada día que reciben los aficionados que idolatran a los futbolistas que visten las camisetas del equipo de sus amores.
Caso Oliveira. Es cierto que el Real Zaragoza ha debido apretar al Betis para recibir la mitad del traspaso, hacer un buen negocio e ingresar un buen dinero en sus arcas. Ahora bien, he escuchado decir a Ricardo Oliveira que a una cantidad tan importante como la ofrecida por el Al-Jazira no se puede renunciar, y también cuando él y sus compañeros descendieron al Betis hablaron que serían ellos con su compromiso los encargados de devolverle cuanto antes a Primera división. Mentiras de fútbol. Todos los que reciban un mejor contrato y salgan del 'infierno de la Segunda' saldrán corriendo cuál caballo a galope tendido.
Es hora de que todos abramos los ojos. Los futbolistas son profesionales y estarán siempre con el mejor postor, como cualquier ciudadano ante la mejor oferta de trabajo que pueda recibir. Lo que no me parece de recibo son las declaraciones de amor eterno cuando los aficionados tienen clavado el cuchillo en su corazón y que se olvidan a las primeras de cambio. El fútbol está, desgraciadamente, lleno de mentiras.
