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Mentiras sobre Bolonia

Es difícil encontrar en los últimos tiempos un tema sobre el que se hayan vertido más falacias y se haya ejercido una manipulación más feroz. Pareciera como si Bolonia fuera el ocaso de la universidad pública, la bajada a los infiernos de la privatización absoluta, la venta de la institución a mezquinos mercaderes.

el 15 sep 2009 / 20:09 h.

Es difícil encontrar en los últimos tiempos un tema sobre el que se hayan vertido más falacias y se haya ejercido una manipulación más feroz. Pareciera como si Bolonia fuera el ocaso de la universidad pública, la bajada a los infiernos de la privatización absoluta, la venta de la institución a mezquinos mercaderes. Muchas mentiras, bastantes manipulaciones y la facilidad de encontrar un chivo expiatorio, o mejor, una excusa para dar rienda suelta a simplones mensajes antisistema y a actos de barbarie que traen causa de otros problemas y situaciones sobre los que se debería reflexionar con profundidad, pero que poco, más bien nada, tienen que ver con la Universidad.

Pero, ¿qué es eso de Bolonia?. El acuerdo de Bolonia es el nombre con el que coloquialmente se denomina al proceso de construcción colectiva del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que ha sido impulsado por varias declaraciones internacionales (Sorbona, Bolonia, Praga, Berlín, Bergen y Londres) y cuyos principios, asumidos ya por 46 países europeos, son los de propiciar la movilidad estudiantil y profesional, la estructuración de los estudios universitarios en tres niveles -grado, máster y doctorado- y destacar la valoración del esfuerzo real del estudiante para superar las distintas materias. Con todo ello, los títulos universitarios tendrán validez en todo el EEES y no solamente en cada Estado.

Estos principios básicos, como han subrayado recientemente los rectores de todas las universidades españolas, suponen una oportunidad para hacer una Universidad que supere sus actuales limitaciones y contribuya a una sociedad mejor. Esta reforma apuesta por una universidad de calidad, responsable y comprometida socialmente, por la igualdad de oportunidades y los principios democráticos.

Por ello, resultan especialmente chocantes algunas de las mentiras (mercantilismo de la universidad, supresión de becas, destrucción masiva de titulaciones?) que sobre este proceso están difundiendo los críticos de la reforma que, por cierto, no representan a ningún colectivo ni institución, pues actúan exclusivamente a título personal, por lo que hay que conferirle, y sobre todo subrayar, el valor representativo que tienen: ninguno.

E, igualmente, resulta curioso cómo columnistas y tertulianos, algunos de ellos pertenecientes a la propia comunidad universitaria, opinan sobre el asunto sin tener un conocimiento profundo (en algunos casos ni superficial) del mismo. Pareciera que movidos por la convicción de que, al hablar de universidad, cuanto peor, mejor. Por todo ello, se echa en falta que los poderes públicos (estatal, autonómicos y universitarios) se lancen en serio a rebatir, en la arena del espacio público y con las convincentes armas de las que disponen, todas las mentiras de Bolonia.

Profesor de Derecho Constitucional.

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