Cultura

«Mi música siempre sube el nivel, intento que el público se esfuerce»

Con un catálogo en constante crecimiento, José María Sánchez-Verdú mima cada nueva obra con la máxima delectación.

el 29 oct 2014 / 16:00 h.

JOSE MARIA SANCHEZ VERDU

Las categorizaciones son, seguramente, uno de los recursos periodísticos más a la mano. Tirando de ellas, podemos asegurar que el algecireño José María Sánchez-Verdú es el compositor español con mayor proyección internacional. Radicado en Alemania y con una agenda de estrenos que se extiende hasta 2016, la pasada semana estuvo en Sevilla atendiendo los ensayos de Sueña el Greco, el proyecto que hoy se presenta en el Teatro Central (20.30 horas, entradas de cinco a diez euros) en el marco del V Festival de la Guitarra de Sevilla.

¿Cómo surge una creación tan heterodoxa cómo Sueña El Greco el Martirio de San Sebastián? El director del Festival, Francisco Bernier, me puso en contacto con el dramaturgo Royds F. Imbert. Luego hemos comprobado que tenemos muchos intereses en común: el sufismo, el teatro no japonés, la filosofía en general. Él se ha encargado de hacer la dramaturgia del espacio y la iluminación. Mi música ya estaba escrita. Son obras de mi catálogo que se presentan aquí, interpretadas por Zahir Ensemble, con una nueva artículación, partituras muy diferentes que crean fuertes contrastes. Algunas de las piezas miran al siglo XVI, otras son mucho más radicales. Por ahí están Nada, páginas de Kitab, del Libro de Glosas y de las Tauromaquias... La música respira, interactúa con el espacio, con la escenografía y la coreografía.

Por eso más que de obra nueva, debemos hablar de proyecto. Sí, es una propuesta interdisciplinar que conjuga la escena con mi música. Fue Francisco Bernier quien hizo el primer planteamiento, luego la obra ha ido mutando hasta llegar a lo que se verá y escuchará esta tarde. Royd Imbert vive en Canadá, yo en Alemania, pero hemos ido dándole forma a cada uno de los detalles.

¿Cuál es el papel que juega el único actor, Eduardo Martínez? Tematiza la figura de San Sebastián, cómo era antes del martirio. Es un actor extraordinario que traza una visión muy abstracta del personaje, incluyendo su muerte y su resurrección. El Greco pintó varias veces a San Sebastián. Y toda la obra gira en torno a su figura.

No podrá asistir al estreno por problemas de agenda. ¿Los tiempos con los que se programa la cultura en España siguen siendo cortos comparados con Alemania? Nada ha cambiado en ese sentido. Aquí las cosas se organizan sobre la marcha. Estos últimos días he tenido otros estrenos, en Badajoz y en Madrid. Son cosas que se cerraron, en el mejor de los casos, hace cuatro meses. Así me es imposible organizarme. En Alemania, donde imparto clases y vivo, se organizan los calendarios culturales con dos años de antelación. Recuerdo que hace años tuve en Sevilla un concierto con Taller Sonoro y la publicidad salió al día siguiente.

¿Qué es lo que hacen en Alemania tan bien que aquí no hacemos? Dejar la cultura al margen de los colores políticos. Cuando allí hay un cambio radical de Gobierno, los responsables de las instituciones culturales no cambian. Sencillamente porque ocupan esos puestos por su formación, no por afinidad con tal o cual partido.

La polémica ha acompañado algunos de sus estrenos en España. ¿Alguna vez ha sido buscada? Nunca me ha interesado, la polémica surge en algunos públicos, no acostumbrados a determinadas propuestas. Cuando estrené El viaje a Simorgh en el Teatro Real recibí una carta en la que se me acusaba de atentar contra «las santas costumbres y la Iglesia Católica». El autor del texto en el que me basé, Juan Goytisolo, estaba entusiasmado. Él decía:«¡Pero si existen los protagonistas de mi novela, que vienen al Real con los zorros puestos!» Veía cómo los inquisidores estaban sentados en el patio de butacas, reclamando la ópera sólo para ellos.

Reconocerá no obstante que, con su música, no lo pone fácil. Siempre subo el nivel, intento que el público haga un esfuerzo. De lo contrario sería puro comercio. Mi idea es invitar al oyente a enriquecerse visitando campos no explorados. No concibo el arte sin estirarlo hacia sus límites. Mi forma de componer es pensar que la música es una forma de conocimiento. Ahora bien, no pretendo epatar ;en mi obra los fuegos artificiales están pero hacia dentro. Por el contrario, hay una corriente compositiva en Europa muy potente que llamo tutti frutti amplificado; que busca una saturación que es vieja y que impide la posibilidad de la escucha.

¿Cuántos epígonos tiene ya? Por desgracia, algunos. Son los alumnos con menos talento, que se amparan en el maestro.

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