Los resultados mandan en el fútbol y la mejor prueba de ello es el cese de Míchel como técnico del Sevilla. El madrileño ya sembró bastantes dudas la temporada pasada, no cumplió los objetivos pero fue renovado por el club. Sus números de esta campaña son claramente insostenibles para una institución que aspira a lograr una plaza Europea y que cuenta con una plantilla que puede luchar por cotas más altas que simplemente eludir un descenso a Segunda.
El gran error de Míchel ha sido no sacar el máximo rendimiento a un plantel que, mirado individualmente, guarda excelentes futbolistas pero misteriosamente desaparecen cuando saltan al terreno de juego. Hubo encuentros bastante buenos pero tras 19 jornadas de Liga parece que fueron un oasis en medio del desierto. No tener a los jugadores motivados y enchufados ha sido el gran error del Míchel, porque nadie puede negar todo lo que podrían aportar sí estuvieran a pleno rendimiento partido sí y partido también. Pero ojo, no debemos obviar que Míchel y los jugadores no son los únicos culpables. El nivel de la actual plantilla es muy inferior al equipo de hace unos años, pero se le exige lo mismo. Y eso ya no es únicamente culpa del entrenador y los jugadores.
