Molinos de Maestre: una restauración ejemplar en Dos Hermanas

Mención especial en los Premios Europa Nostra para el trabajo de recuperación de esta hacienda fundada en el siglo XVII y que todavía se dedica al olivar.

el 25 nov 2010 / 18:39 h.

Fundada en Dos Hermanas por una familia de Brujas (Bélgica) en el siglo XVII, la hacienda Molinos de Maestre conserva toda su esencia, gracias en gran parte a que todavía continúa produciendo en torno al olivar y, además, sus herederos siguen habitándola. Su rehabilitación recibió ayer una mención especial de los Premios Europa Nostra , creados en el seno de la Unión Europea para reconocer los trabajos más destacados en la protección del patrimonio.

Esta hacienda, situada en una finca de olivar de 96 hectáreas, fue completamente recuperada gracias un proyecto de la arquitecta de Sevilla María de la Cruz Aguilar para poner en valor uno de los ejemplos más importantes entre el conjunto de las haciendas que hubo en torno a Sevilla y, también, una de las pocas que se conserva completa. Quizá esto sea debido a que se encuentra en manos de la misma familia desde que su creador, Diego Maestre Aernoust, la fundará hace cuatro siglos. Entonces pertenecía a una familia de comerciantes nobles flamencos, que se establecieron en Sevilla y Dos Hermanas, atraídos por el esplendor económico de la Sevilla de las Indias.

Las obras se dividieron en los trabajos de consolidación y rehabilitación propiamente dichos, de la mano de esta profesional, avalada por una amplia experiencia en este campo, no en vano es autora de varias publicaciones e intervenciones en otras haciendas, según informó el Colegio de Arquitectos de Sevilla. La arquitectura de la hacienda responde con fidelidad y hasta puede considerarse arquetipo de estas construcciones, según recoge la arquitecta en su proyecto. “Su configuración actual es el resultado de sucesivas intervenciones a la sombra de la Torre Mochuela, que dio nombre inicialmente a la heredad y de la que apenas si quedan vestigios”, según puntualiza.

El edificio tiene una planta rectangular alargada, con una superficie de 3.000 metros cuadrados. En ella, se distinguen claramente dos cuerpos, centrados por sendos patios cuyas puertas de entrada respectivas abren –como era tradicional en estas haciendas– a un muro común de cerramiento. El primero de corresponde al señorío y el segundo al patio de labor, en torno al cual se agrupan los edificios agrícolas e industriales (almazara para la obtención del aceite y espacios para su almacenamiento en tinajas semienterradas en el suelo). La portada del señorío, fechada en 1724, es barroca y está decorada con frescos, que también fueron cuidadosamente restaurados con este proyecto. La capilla, de pequeñas dimensiones, es el único elemento pendiente, junto con la gañanía, para culminar la restauración del conjunto.

La decisión de la familia de ocupar el señorío como vivienda y de seguir manteniendo el olivar en producción supuso el comienzo de la restauración. Más que fases cerradas, las obras consistieron “en un flujo lógico y continuado de acciones en el que cada actuación se apoyó en la anterior tanto económicamente como desde el punto de vista de la investigación histórica y arquitectónica”. En este sentido, la financiación privada de las obras obligó a partir de un “modesto presupuesto”, que tenía como objetivo principal detener el deterioro que el abandono estaba produciendo, según apuntan los responsables del proyecto.

LOS OTROS PREMIADOS.  Como estaba anunciado, una de las medallas del Premio Europa Nostra fue para la restauración de la espectacular iglesia de los Descalzos de Écija, auspiciada por la Consejería de Cultura. La Alhambra de Granada recibió también una mención especial, en la categoría de estudios, por la elaboración del plan director del monumento.

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