"Esto va lento, muy lento, más de lo que podía pensar, pero hay que tener paciencia, qué remedio queda", confesaba Rafael Nadal a sus compañeros tenistas y amigos en Valencia, donde hace un par de semanas acudió al homenaje de despedida de Juan Carlos Ferrero. Era la primera vez en muchos meses que pisaba un torneo, aunque lo hiciera en las gradas y como espectador. Tuvo que hacer un esfuerzo para acudir al Ágora, aunque se sintió recompensado por el cariño que le demostraron los aficionados.
Nada que comentar o valorar sobre una lesión que inicialmente parecía que necesitaría apenas un par de semanas de descanso. Una tendinitis en la rodilla izquierda que tiene a Nadal en el dique seco desde el 28 de junio y que le ha obligado a pasar página y dar por acabada la actual temporada. Esas dos semanas de baja de que hablaba su primer comunicado, cuando tuvo que suspender la exhibición del 14 de julio sobre el césped del Santiago Bernabéu contra Novak Djokovic, se han transformado en el periodo más largo de baja del número 4 mundial desde que debutó en el circuito, en el 2003. Poco después, el 19 de julio, decía adiós a los Juegos Olímpicos de Londres. "Sintiéndolo mucho, no me encuentro en condiciones de competir en los Juegos. Hoy es uno de los días más tristes de mi carrera por la ilusión que tenía de ser abanderado del equipo español y competir en Londres, pero tengo que pensar en mis compañeros y no puedo ser egoísta".
Y a ese anuncio siguieron los de las renuncias a Toronto (2 de agosto) y Cincinnati (9 de agosto), al Abierto de EEUU (15 de agosto) y, finalmente, la pasada semana a París y la Copa Masters de Londres que empezó el lunes. Y cada vez, con un mensaje similar: "Lamentablemente no puedo jugar. Debo recuperarme. Volveré cuando desaparezca el dolor". En ese tiempo, lo que empezó siendo una ligera inflamación de la rodilla izquierda se ha ido complicando en una lesión que ha ido mutando. Un goteo de partes médicos que primero hablaban de una tendinitis de la rodilla izquierda y después del síndrome de Hoffa (pérdida del tejido graso rotuliano) que le obligaba a descansar para regenerar la zona dañada.
Y, finalmente, tras renunciar al Abierto de EEUU, el doctor Ruiz Cotorro compareció públicamente, a petición de Nadal, para explicar que al tenista se le había detectado una rotura del tendón anterior de la rodilla izquierda que le obligaba a alargar su proceso de recuperación un mínimo de dos meses más.
Una lesión que no se había mencionado nunca antes, pero que el médico explicó que Nadal arrastraba desde Wimbledon y que hace poco el tenista, en una entrevista al diario As (en la que promocionaba un contrato con una casa de juego de póker), contradijo explicando que se la produjo en marzo en Indian Wells. Una lesión que ya le obligó a retirarse a la semana siguiente en las semifinales de Miami, como medida de precaución para poder afrontar la dura temporada de tierra en la que arrasó pero en la que desveló que tuvo que jugar infiltrado las semifinales y la final. Aunque eso no le impidió jugar en Halle sobre hierba la semana siguiente, donde cayó en octavos, y en Wimbledon donde fue eliminado en segunda ronda, sin que mencionase para nada su lesión.
Olvidada la temporada 2012, ahora el objetivo de Nadal es Australia. Poner fin a un calvario de 327 días sin jugar.
