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Niños y niñas del sí a todo

Los niños de 13 años violan. Y, claro, nos pillan desprevenidos. Menos a los que reaccionan rápidamente exigiendo más dureza penal, rebajar la edad penal, para que paguen los niños violadores. Imaginemos que la edad de los niños delincuentes sigue bajando y...

el 16 sep 2009 / 05:59 h.

Los niños de 13 años violan. Y, claro, nos pillan desprevenidos. Menos a los que reaccionan rápidamente exigiendo más dureza penal, rebajar la edad penal, para que paguen los niños violadores. Imaginemos que la edad de los niños delincuentes sigue bajando y cedemos a la exigencia de rebajar, ¿hasta los 10, los 9, los 8, los 7 años? Cabe otra pegunta: ¿no será mucho mejor prevenir?

Los niños huyen de la compañía de sus padres, encerrados en cuartos, que son todo un mundo de posibilidades con ropa de marca, ordenador, televisor, teléfono móvil, todo conseguido, nada más expresar el deseo de tenerlo.

Venimos de la represión y hemos caído casi en el abandono. No fue bueno educarse entre prohibiciones y castigos en el convencimiento de que la letra con sangre entra. No es cierto, la letra entra con cariño, con esfuerzo y con fe en la educación. Y la letra no es solo la que se aprende en la escuela, que es fundamental, es antes que nada la que se aprende en casa, que es decisiva. Lo dejó dicho Horacio, de poética manera en una de sus odas: "el vaso conservará por largo tiempo, el aroma de la primera sustancia que contuvo". No hay buen alumno en la escuela, lo dicen los que saben de esto, si no llega bien educado de casa. Pero todo parece haberse puesto en contra y en casa hay demasiada distracción y demasiado aislamiento. Los niños no necesitan compartir la vida con los padres, prefieren internet que los conecta con lo mejor, pero es una oportunidad de lo peor si no se les educa para saber utilizarlo; la televisión, que puede ser un instrumento de información y hasta de formación, pero también, no hay más que ver mucho de lo que se ve en ella, un arma de destrucción masiva; el teléfono móvil, que manejan desde niños y les puede servir, por ejemplo, como en el caso de los violadores de Baena, para chantajear a una niña, o sencillamente disfrutar grabando imágenes violentas, que se pasan de unos a otros, incluso a veces a pesar del machismo que puedan contener, de unas a otras.

En todo caen y todo lo consumen. Juro que asistí a una escena en una conocida tienda de moda, en la que una niña dudaba en comprarse unas botas, porque ya tenía ¡diez pares! Por cierto, el presidente Griñan que llegó a la presidencia de la Junta de Andalucía asegurando que la educación era su principal objetivo, se ha mostrado partidario de los uniformes en los colegios públicos, para evitar que los niños y las niñas puedan competir allí por algo tan "estúpido como lo externo".

Extendiendo su opinión sobre la educación, dice el presidente que existe una "permisividad generalizada" que conduce a que los menores oigan por primera vez la palabra "no" en el centro escolar. Todo alrededor de los niños es permisividad y la permisividad es lo más parecido al abandono y es responsabilidad de todos. Porque, como mantiene el filósofo José Antonio Marina, la educación es cosa de toda la tribu, toda la sociedad está obligada a responder de la educación de sus niños y sus jóvenes. También los defensores del castigo a posteriori, del endurecimiento de las penas, a menudo movidos por el solo hecho de su conveniencia política, dado que ese discurso es tan primario, que cala inmediatamente en la sociedad.

Periodista

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