Cultura

“No entiendo por qué no existe aún el puente del Estrecho”

Lorenzo Silva, último premio Planeta, presentó su nuevo libro en la Fundación Tres Culturas

el 09 oct 2013 / 21:20 h.

TAGS:

Lorenzo Silva. Lorenzo Silva. El novelista Lorenzo Silva (Madrid, 1966) visitó ayer la sede hispalense de la Fundación Tres Culturas para presentar su último libro, Siete ciudades en África. Historia del Marruecos español, que acaba de ver la luz bajo los auspicios de la Fundación José Manuel Lara. El acto contó con el también novelista Juan Eslava Galán como maestro de ceremonias. Para el común de sus lectores, Lorenzo Silva  es el autor de la saga de novelas policiacas protagonizada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, que comenzó en 1988 con El lejano país de los estanques y ha continuado con títulos como El alquimista impaciente, La niebla y la doncella o La marca del meridiano, que le valió el premio Planeta en su última edición. Sin embargo, los más fieles conocen también su dimensión como ensayista, muy vinculada a su condición de viajero apasionado y curioso de la Historia. A estos últimos, que disfrutaron con un libro como Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos (2001) no les extrañará que lo nuevo de Silva no sea una novela ni un libro de cuentos, sino una invitación a visitar esas Siete ciudades en África: Ceuta, Larache, Tetuán, Xauen, Melilla, Nador y Alhucemas son las protagonistas de esta mirada retrospectiva a los años en que se produjo la última reunión de las siete, entre la segunda y la tercera década del siglo pasado, con la conquista y pacificación del Protectorado. Sin extemporáneas nostalgias colonialistas, pero con la convicción de que los lazos que unen a España con el norte de África siguen siendo más fuertes de lo que solemos creer, Silva, guiado por un claro afán desmitificador, trata de desvelar el modo en que estos enclaves jugaron en el devenir histórico de España –hasta el punto de ser determinantes en la forja de los dos bandos que se enfrentarían en la Guerra Civil– y cómo han pasado, en cambio, prácticamente desapercibidos para nuestra literatura y nuestro cine. “Hay muy poca literatura y sobre todo muy pocas novelas, sobre la guerra de Marruecos, teniendo en cuenta que para nosotros fue un hecho de enorme trascendencia, que debería habernos inspirado como la II Guerra Mundial en la literatura británica”, señala. De hecho, Silva asegura que cuando empezó a meterse en el tema con Del Rif al Yebala encontró motivos para asustarse, dada la vastedad del tema y los mil y un personajes fascinantes que jalonan sus historias. “Temía que Marruecos pudiera devorar toda mi vida de escritor”, asegura. Sobre las ciudades escogidas, el autor comenta que las siete “son profundamente andaluzas, la huella española y andaluza sigue ahí, incluso en otras ciudades como Fez”, dice. “Me centré en estas siete en concreto porque me permitía un doble artificio, recorrer la Historia del Protectorado a la vez que el territorio, de Oeste a Este”, añade Silva. “Las razones para enrolarse en el ejército español en Marruecos, eran muchas”, prosigue. “Había personas que querían ir a Marruecos como un modo de ascender aprisa en el escalafón, a otros en cambio les movía la voluntad de civilizar, de contribuir al desarrollo, aunque nadie los hubiera llamado... También hubo mucha gente que fue a hacer pasta, empezando por los yacimientos de hierro a cielo abierto en las afueras de Melilla, que abastecieron a los fusiles de la I Guerra Mundial: un negociazo del que se benefició el conde de Romanones, entre otros miembros de la oligarquía financiera española, muy vinculada a la Corona. No es nada casual que Alfonso XIII visitara hasta tres veces Melilla en muy poco tiempo”, afirma. Por otro lado, Silva recuerda la profecía de ÁngelGanivet, formulada 40 años de la Guerra Civil, según la cual “si España iba a pelear a Marruecos, supondría la caída de la Monarquía, un experimento republicano y una dictadura”. No se podía tener más tino. “No quería quedarme solo en los hechos militares, sino contar otra historia, la que hemos dejado a medias”, dice el escritor. El novelista trata de señalar las luces del Protectorado, que también las hubo, destacando sobre todo su influencia en el urbanismo de estas ciudades. Para él, las siete “son muestras de cómo el temperamento español y europeo es capaz de coexistir de forma provechosa con el lado africano de su identidad. Larache, Tetuán o Chaouen no se entienden sin España, y Nador o Alhucemas sencillamente no existían a principios del siglo XX, apenas eran cuatro casas de adobe. Para mí era muy importante resaltar no sólo el choque, sino lo que ocurre cuando dos culturas se mezclan. Cuando eso pasa, pueden realmente levantar algo”, subraya el madrileño. “El mundo”, concluye, “será un lugar más justo y digno de ser habitado el día que se pueda alzar ese puente (o perforar ese túnel) que hoy por hoy sigue sin unir ambas orillas del Estrecho, no entiendo por qué. sería una obra rentable, además de una inversión útil, y desde luego mucho más que esas estaciones de AVE fantasmas o esos aeropuertos vacíos. Si conociéramos un poco mejor de dónde venimos y quiénes somos, no tardaríamos tanto en tenerlo construido”. De momento, a falta de puentes, bien está tender libros como este.

  • 1