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Nos pilla el toro

Los encierros de San Fermín pasan por ser el ejercicio más equilibrado entre las fuerzas del hombre y del toro dentro de la mal llamada fiesta nacional

el 16 sep 2009 / 05:38 h.

Los encierros de San Fermín pasan por ser el ejercicio más equilibrado entre las fuerzas del hombre y del toro dentro de la mal llamada fiesta nacional. Pero, como todo fenómeno cambia por el solo hecho de ser observado, el gran ojo de la televisión ha llevado al encierro pamplonica fuera de tiempo y a parecer tan incivilizado como las corridas donde, como es obvio, el duelo animal hombre es mucho más desigual. No pretendo abrir un debate, que por cierto es demasiado pasional por parte de defensores y detractores de las corridas. Por mi parte tengo claro que lo peor no está en los dos protagonistas, en el ruedo o la calle, está en convertir en espectáculo la muerte, la del toro siempre y la del hombre en ocasiones. José Tomás será un artista, pero sin que podamos evitarlo lo que veremos continuamente serán las volteretas recibidas y al gladiador poniéndose en pie, ante el circo que le aplaude al ver que la sangre no llega al río y la fiesta sigue. Los picos de audiencia se disparan y vuelve a comenzar el ciclo.

Pues tras la retransmisión de ayer del encierro hecho por televisión española, esta tradición pamplonica se ha contaminado de la misma enfermedad. Ante impresionantes cogidas, el gran ojo se recreó en el horror, ralentizó las embestidas a un hombre herido de mucha gravedad, que espero que haya sobrevivido aunque su situación era muy critica. Durante muchos minutos repitieron la imagen e incluso en la publicidad mantuvieron una pequeña ventana en la que el miura no soltaba a su presa. Que además luego llegara un programa infantil y que probablemente lo vieran muchos niños, es casual, pero agrava lo anterior. Aunque en nuestro Estatuto se diga que los toros son cultura, las televisiones deben revisar su postura al respecto. La fuerza de la naturaleza es abrumadora cuando decide demostrarnos sus efectos devastadores. Soberbio, el hombre cree que los avances tecnológicos nos permite domarla, pero al final, si no hacemos prevalecer los principios, nos cogerá el toro.

Periodista. opinion@correoandalucia.es

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