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Otra estrella para el camino

Cientos de personas arroparon en el Vado de Quema el paso de la filial de Triana hacia El Rocío.

el 10 jun 2011 / 06:19 h.

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Los peregrinos que acompañan al Simpecado de Triana lo rodearon para ayudar a los bueyes a subir la empinada cuesta que los saca de las aguas del Guadiamar, en el Vado de Quema.

Las laderas del vado más famoso del entorno de Doñana , convertidas en graderío de cualquier estadio que se precie, estaban a rebosar, sobre todo porque la altura de las adelfas y los matorrales dificultaban mucho la visibilidad desde los miradores habilitados.

En Quema, todo el mundo esperaba a Triana , aunque, entretanto, disfrutaba del paso de otras filiales rociera: Córdoba, Alcalá, La Algaba...Grupos de todas las edades habían reservado sus pequeñas parcelas con sillas de la playa o de los chinos, bolsas de comida, dulces, chucherías, fiambreras de filetes empanados y, por supuesto, mucha bebida, aunque un bar estratégicamente situado en la subida del vado y uno móvil en la otra orilla se encargaban del suministro para los menos previsores, eso sí, a precio de oro.

Tanto tiempo de espera -el Simpecado de Triana se bañó en las aguas del Guadiamar pasadas las 21.30 horas, cuando estaba previsto para las 20 horas- dio pie a las críticas multitudinarias contra algunos cocheros que forzaban en exceso a sus animales: a un mulo se le enganchó una pata en las riendas y parecía que el dueño no se daba cuenta, otros forzaban a subir la empinada rampa de salida a un coche cargado de mujeres vestidas de flamenca. Terminaron por bajarse. Otros buscaban a los famosos entre los peregrinos y caballistas y algunos se pudieron ver, de polvo hasta las orejas y con caras de agotamiento por la dureza de la jornada de camino.

Un grupo de jóvenes voluntarios de Aznalcázar recogía, como lo hace durante los cuatro días de pasos de hermandades en el camino de ida, la basura que los menos civilizados dejan en el suelo -latas de refresco, botellas de plástico vacías-. Después reciben una gratificación, aunque "este año me temo que no vamos a tener nada", comentaba una de las voluntarias.

El templete blanco dedicado a la Virgen no tenía un hueco libre de ramos de flores, ofrendas de los peregrinos que pasan por este punto, el más esperado del camino. Y para Nerea, probablemente, el que nunca olvidará. Esta joven, de 27 años, recibió por nombre Estrella del Camino en su bautizo rociero. Era su primera peregrinación pese a la tradición familiar. Primero, la edad y después, los estudios fueron retrasando este momento.

Pero acaba de terminar la carrera de Medicina y "quería venir para agradecerle a la Virgen todo lo que me ha ayudado". Su primo, su padrino en este baño en las aguas del Vado de Quema, que cubría hasta los muslos, eligió su nombre: "Desde pequeña ella quería ser una estrella (de las del firmamento) y, como creo que ella va a seguir viniendo todos los años, será la estrella del camino". Nerea, emocionada, le besó.

Los caballistas de Triana ya habían formado el pasillo a las dos orillas del vado. Los flashes de las cámaras de fotos y los móviles, las palmas al compás y el eco de los cantes anticiparon la llegada del Simpecado. Iluminada por la candelería de velas de luz eléctrica, la carreta se situó justo en el centro de las aguas, bastante caudalosas en esta ocasión. Los peregrinos se colocaron delante, llenando el pasillo, y llegó el momento de cantar, de rezar, de vitorear a la hermandad. Triana ya estaba en el Quema, ya queda menos para el encuentro con la Virgen.

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