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Otro ministro, otro talante

Tras la dimisión del ministro Fernández Bermejo, no cabe duda de que se abren grandes interrogantes sobre cuáles serán los derroteros por los que a partir de ahora discurrirá la denostada Justicia, siendo lo cierto que el nuevo titular de la cartera asume un reto difícil.

el 15 sep 2009 / 23:19 h.

Tras la dimisión del ministro Fernández Bermejo, no cabe duda de que se abren grandes interrogantes sobre cuáles serán los derroteros por los que a partir de ahora discurrirá la denostada Justicia, siendo lo cierto que el nuevo titular de la cartera asume un reto difícil, pues se encuentra a una Carrera Judicial en pie de guerra, ante las actitudes toscas y provocadoras de su predecesor, impulsor de la primera huelga de jueces en nuestro país, una huelga necesaria, justa e inspirada en razones de dignidad, pues resulta insultante que se haga recaer en las espaldas de un colectivo de profesionales, aunque como en todo pueda haber excepciones, que se la parten a diario, asumiendo responsabilidades que resultan, a veces, humanamente inasumibles, el propio fiasco de no haber sabido dar las respuestas, encontrar los diagnósticos y aplicar los remedios de urgencia para subsanar las graves deficiencias del sistema.

Por tanto, creo que se abre una luz a la esperanza, pues con otro talante de negociación probablemente ya no sean necesarias más huelgas de jueces, pues poco ha tenido que ofrecer quien ha tratado a ese colectivo como una panda de sátrapas y gandules prototipos de una derechona de la que, sin embargo, no ha tenido recato el señor ex ministro en ejercer cuando le ha convenido, cual figurante engominado y con bigotillo recortado de la Escopeta Nacional. Se abren nuevos tiempos para tratar de corregir el rumbo, siendo necesario dar al nuevo ministro un voto de confianza para que sea el impulsor de esa profunda transformación y mejora que venimos reclamando desde hace años en primer lugar los jueces, pero también los secretarios judiciales, fiscales, funcionarios y colegios de abogados y procuradores de toda España, porque todos, en nuestro propio ámbito de competencias y responsabilidades, tenemos en común el objetivo de que desaparezca la actual pésima imagen de la Justicia.

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