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'Papi Silvio' y el voto de izquierdas

Ha pasado un mes desde que Verónica Lario, esposa de Silvio Berlusconi, solicitara públicamente el divorcio, acusando a su marido de tener relaciones con menores. No era la primera vez que se quejaba de las compañías de Berlusconi, pero nunca había pedido el...

el 16 sep 2009 / 03:39 h.

Ha pasado un mes desde que Verónica Lario, esposa de Silvio Berlusconi, solicitara públicamente el divorcio, acusando a su marido de tener relaciones con menores. No era la primera vez que se quejaba de las compañías de Berlusconi, pero nunca había pedido el divorcio, y por tanto, lejos de desacreditar la figura política de su marido, la fortalecía y rejuvenecía, como las intervenciones quirúrgicas o el implante capilar.

Sin embargo, esta vez parece que el escándalo puede tener un efecto político mayor al haber convertido las elecciones europeas en un plebiscito para Il Cavaliere. La gota que colmó el vaso fue la asistencia de Berlusconi, de 73 años, al 18 cumpleaños de Noemi Letizia, quién lo recibió con un Ciao, Papi. Pero el vaso se sigue colmando cuando para salvaguardar la privacidad del Cavaliere, la fiscalía ha requisado cientos de imágenes de sus fiestas privadas tomadas por un periodista en Cerdeña, donde Berlusconi aparecía rodeado de jovencitas que además eran transportadas en aviones militares.

Acabo de regresar de Italia y el ridículo internacional y la indignación están presentes en todos los periódicos y emisoras que no son propiedad de Berlusconi. Estos medios, llenos de vergüenza, se hacen eco del seguimiento que del escándalo hace la prensa internacional, llamando Berlusquistán a Italia. Pero no menos indignación existe con la actitud de la iglesia católica, protectora de la familia, que en perfecta sintonía con el gobierno Berlusconi, sólo se pronuncia para decir que cada uno tiene que ser consecuente con su propia moral.

La indignación no sólo está presente en parte de la prensa escrita, lo está también en las calles, los trenes, los restaurantes, las aulas?. Mis amigos y colegas italianos me cuentan que escuchar a una adolescente pronunciar la palabra "papi" les hace dar un respingo, o esperan que en los hoteles en los que nos alojamos los que venimos de fuera hayan quitado la televisión para que no podamos ver el espectáculo bochornoso que ofrecen la mayor parte de las cadenas controladas por Berlusconi, donde las mujeres sólo existen para enseñar piernas y escote.

Pero a pesar de la desolación, la mayor parte de ellos no va a votar en las próximas elecciones europeas, y es posible que tampoco votasen en las pasadas que dieron por tercera vez el gobierno a Berlusconi. El desánimo de muchos votantes con los partidos de izquierda explica, sólo en parte, el ascenso de personajes como Berlusconi. La izquierda se presenta desunida, señalando más sus diferencias internas que la alternativa de gobierno, de modelo económico y social progresista que supondría un gobierno de ese signo. Esto es especialmente preocupante en un momento de crisis económica y de valores como el actual porque en aras de la seguridad -también económica- pueden proliferar soluciones políticas poco o nada democráticas como ya está sucediendo en Italia, con una concepción patrimonialista de la Res publica y una sumisión y descrédito continuo del poder judicial y las garantías constitucionales.

La izquierda debe dejarse de luchas cainitas y convencer a sus votantes de que no es lo mismo votar a la izquierda que a la derecha, aunque para ello, parte de la izquierda tenga que explicar por qué ha votado la mayor parte de las iniciativas europeas con los partidos de derecha o apoyado a un candidato conservador como Presidente de la Comisión.

Vicerrectora de Postgrado de la Olavide

lgalvez@upo.es

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