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Para ganarle a este Betis hace falta muy poco

el 19 nov 2011 / 19:12 h.

El Betis sigue batiendo registros negativos y con la derrota en Villarreal suma un miserable punto en ocho jornadas, lo que supone igualar la peor marca de su historia –que databa de la temporada 1964/65–, con la particularidad de que esta racha llega adobada, además, con el récord absoluto de minutos sin marcar, pues han pasado 472 desde que Jorge Molina lo hiciera en el Bernabéu para maquillar una abultada derrota ante el Real Madrid (4-1) y la anterior marca, de la 1971/72 –que abrió y cerró Rogelio Sosa–, estaba en 421’.

El último gol útil de los verdiblancos lo marcó Roque Santa Cruz (era el 4-1, luego acabó 4-3) en el minuto 49 del partido ante el Zaragoza, el pasado 22 de septiembre, el martes hará dos meses: desde entonces los verdiblancos sólo han vuelto a anotar un tanto, han encajado trece, han sumado siete derrotas y un pírrico empate, lo que, aunque parezca increíble, aún no les da para caer a zona de descenso.

Es por ello –el equipo no ha estado en las tres últimas plazas ni lo estará al término de esta jornada– que la continuidad de Pepe Mel, de momento, no se cuestiona desde dentro del consejo, aunque los próximos partidos ya empezarán a ser finales para el entrenador, pues no hay técnico que aguante una sucesión de resultados tan malos como los que acumula el Real Betis Balompié en la actualidad.

Un calco. La película de la derrota de ayer fue un calco de tantas otras esta temporada: un Betis que se adueña del balón casi desde el inicio pero que no sabe qué hacer con él, que lo maneja con lentitud exasperante y carece de contundencia en las dos áreas, en la propia y en la ajena, para sacar provecho de su posesión.

Una posesion que, a la postre se queda en un juego floral, el tiqui-taca en su peor expresión, ese que aborrece Javier Clemente y ni por asomo se parece al preciso y contundente que pone en práctica el FC Barcelona y que el Betis de Mel trata de emular sin éxito en Primera división después de que le funcionara en Segunda.

Ayer Pepe Mel decidió repetir el mismo equipo titular que plantó cara al Málaga y truncó la racha de seis derrotas, volvió a juntar a Iriney, Beñat y Cañas en el medio y arriba situó a Rubén Castro, Jorge Molina y Pozuelo. En retaguardia, por delante de Casto, Isidoro, Ustaritz, Dorado y Nacho.

Un Betis que salió con ambición, presionando muy arriba y recuperando pronto la posesión, aunque a la hora de combinar y enlazar con los puntas se echaba en falta el último pase de Matilla –para eso se le fichó– o Salva Sevilla, que desde el 0-2 casero ante el Rayo no ha vuelto a contar y ya lleva cuatro partidos (Espanyol, Racing, Málaga y Villarreal) sin disputar un solo minuto después de haber sido titular en ocho de los nueve primeros  (sólo entró desde el banquillo para jugar la última media ahora ante el Levante).

Así que con el balón en poder del Betis a Garrido no le dolieron prendas por acular a su mermado equipo –Rossi, Nilmar, Cani, Zapata y Camuñas son bajas de muchísimo peso– y hacerse fuerte atrás para sorprender en alguna contra o aprovechar un error de los béticos, que fue lo que sucedió. Corría el minuto 20 de partido y una serie de fallos en cadena de los béticos dio origen al 1-0 de Borja Valero, a la postre definitivo. Erró primero de manera clamorosa Beñat, al enviar un pésimo pase lateral que interceptó en su propio campo Hernán Pérez, que se deshizo sin problemas de la tímida marca de Cañas para combinar con Marco Rubén. El argentino, con un sutil toque,  rompió la débil presión de Dorado y puso el balón en los pies de Borja Valero para que superara a Casto con una precisa y cómoda vaselina que el portero le había facilitado con su media salida.

Las vergüenzas. Llegó el 1-0 en contra con 70 minutos por delante, tiempo más que sobrado para revertir la situación, pero lo que dio todo ese tiempo fue para comprobar las enormes carencias que se van multiplicando en este Betis que cada vez juega con menos confianza y ha sido incapaz, en todo lo que va de Liga, de sobreponerse a una sola adversidad.

Cada vez que ha encajado gol primero ha acabado perdiendo, y ya van siete derrotas así, casi todas por la mínima –menos la del Bernabéu o ante el Rayo, que hizo el 0-2 en el descuento– y sin que el rival tenga que desplegar un juego excelso para superarle. Y eso puede ser lo más grave del problema: al Betis le gana cualquiera sin tener que apretar el acelerador  ni exponer lo más mínimo. Ayer lo hizo un mermadísimo Villarreal que se limitó a esperar el fallo para dar primero y luego se defendió con orden y criterio de las inofensivas acometidas béticas.

Mel dio entrada tras el descanso a Matilla por Iriney y acabó jugando con hasta cuatro delanteros –Pozuelo, Molina, Santa Cruz y Montero–, pero en toda la segunda parte el Betis fue incapaz de crear una sola ocasión clara de gol, pues todas sus incurciones se estrellaron en el sólido armazón defensivo montado por Garrido. La mejor la tuvo Rubén (22’) a los dos minutos del 1-0 y ahí se topó con Diego López. Luego fue Casto (67’) quien evitó el 2-0 en un cabezazo a bocajarro de Bruno y mantuvo a su equipo vivo, para que fuera muriendo lentamente, sin remisión.


VILLARREAL: Diego López, Mario, Musacchio, Gonzalo, Catalá; Bruno, Borja Valero (Senna, min.89); Joan Oriol, De Guzmán (Joselu, min.83), Hernán Pérez (Marchena, min.73); y Marco Ruben.

BETIS: Casto, Isidoro, Ustaritz, Dorado, Nacho; Cañas, Iriney (Matilla, min.46), Beñat (Montero, min.57); Rubén Castro (Santa Cruz, min.72), Jorge Molina y Pozuelo.

Gol: 1-0, min.20, Borja Valero.

-ÁRBITRO: Muñiz Fernández (C.Asturiano). Amonestó a Bruno (min.37), Marcos Ruben (min.43), Musacchio (min.66), Borja Valero (min.76) por parte del Villarreal y a Isidoro (min.5), Rubén Castro (min.39), por parte del Betis.

-ESTADIO: El Madrigal, 18.000 espectadores.

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