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Pequeños pero luchadores

El 10% de los bebés son prematuros al nacer antes de la 37 semana de gestación. El Virgen del Rocío celebra hoy un acto para que las familias que han pasado por eso se reencuentren.

el 29 nov 2013 / 08:21 h.

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Se iba a llamar Elena pero sus padres decidieron que su nombre no podía ser otro que Esperanza. Debía nacer en octubre pero su madre, Rocío, se puso de parto el 8 de mayo, en la 26 semana de gestación y con 950 gramos de peso. Fue un bebé prematuro del grado que los especialistas llaman “gran inmaduro”, aquellos que están más próximos al límite de la viabilidad fetal, situado ahora entre la 23 y 24 semanas de gestación pero que hace unos años estaba en la 27 o 28. Pasó 97 días ingresada, 60 de ellos en la UCI. Es uno de los 734 bebés nacidos prematuros en el último año en el Virgen del Rocío, que hoy celebra un acto para que las familias que durante meses han vivido con angustia esta experiencia hasta poder llevarse a sus hijos a caso sanos y salvos vuelvan a encontrarse, esta vez, no para llorar juntos o intentar darse ánimos sino para sonreír orgullosos mirando a esos pequeños luchadores que se agarraron a la vida y no la soltaron. prematurosUn 10% de los niños que nacen en Sevilla son prematuros, es decir, con menos de 37 semanas de gestación. Esperanza pertenece al grupo de los grandes inmaduros, nacidos antes de la semana 28 (43 en el Virgen del Rocío en el último año). Son los que lo tienen más difícil porque su inmadurez neurológica implica riesgo de sufrir hemorragia cerebral, sus pulmones no están formados para respirar por sí solos (si el riesgo de adelanto se prevé se intentan madurar dentro con corticoides prenatales), su aparato digestivo no les permite aún succionar el pecho ni deglutir y el ductus que conecta el corazón con los vasos arteriales, abierto durante la gestación, no se cierra al nacer como ocurre si el embarazo llega a término, con el consiguiente riesgo cardiaco. Así lo explica la directora de la Unidad de Neonatología del Virgen del Rocío, Josefa Aguayo, para señalar que, en contra de la creencia popular, no es el peso el que determina si un niño es prematuro ni “reciben el alta al llegar a los dos kilos” sino su edad gestacional porque de ésta dependen las patologías asociadas que, en algunos casos, dejan secuelas y en otros, lamentablemente, resultan mortales aunque “hoy tienen grandes posibilidades de supervivencia”. Los bebés que nacen entre la 28 y la 34 semana aún presentan complicaciones y entre la 34 y la 37 son los prematuros tardíos que, según Aguayo, “están adormilados, perezosos, no cogen bien el pecho y hay que tenerlos más controlados para que no bajen demasiado de peso o si les entra istericia, pero no suelen presentar grandes problemas”. Además de la edad de gestación influye el estado de salud de la madre y su cuidado en el embarazo porque eso determina la calidad de la placenta por la que se han alimentado mientras. La gran pregunta que atormenta a los padres es por qué y la doctora Aguayo deja claro que hay factores que influyen, como la edad de la madre y el estrés, de ahí que no logre bajarse el índice del 10%. Pero subraya que “en ningún momento una mujer debe sentirse culpable por un parto prematuro porque no hay culpa, puede ser un cuello de útero más o menos o corto, o una fisura en la bolsa por cualquier esfuerzo que a otra no le afecta”. Si hay riesgo detectable, se indica reposo y usan medicamentos para frenarlo “hasta que están mejor fuera que dentro” pero “aún cuidándose al máximo hay casos difíciles de prever”. Rocío tuvo a Esperanza con 30 años. Era su segunda hija. Lucía nació hace tres años sin problema. No era un embarazo de riesgo pero una infección provocó el parto y no pudo pararse. El miedo y la incertidumbre fueron sus compañeros de viaje. “Al principio estás perdido, necesitas que te digan cómo puedes ayudar, dentro de lo impotente que te sientes”, cuenta. Aunque Esperanza seguirá pasando revisiones durante dos años, de momento solo presenta una displasia broncopulmonar que la hace más propensa a enfermedades respiratorias pero que desaparecerá con el tiempo. Durante su ingreso, el ductus se cerró sin necesidad de operación y tampoco tendrá que pasar por quirófano para corregir la rinopatía (la no formación de los vasos de la retina)que va asociada a la inmadurez cerebral, pero hubo momentos muy críticos como una asepsia. Su mensaje es claro:“Es un camino largo y duro pero se sale”. Y en ese camino solo tiene palabras de agradecimiento para el equipo del hospital a los que “he visto tratar a mi hija con un cariño y una delicadeza que nunca olvidaré”. “Es importante el tacto al contarte las cosas porque se te viene el mundo encima y la información”, dice. El Virgen del Rocío permite a los padres estar con los niños cuando quieran. La doctora Aguayo defiende que ese contacto es fundamental porque “nosotros somos cuidadores transitorios” –se usa el método cánguro consistente en que madre e hijo pasen cada día un rato piel con piel–. Rocío también destaca los lazos que se crean con el resto de padres. “Haces terapia de grupo porque nadie fuera te entiende del todo, y también sufres doblemente pues convives tanto que te afecta lo de sus hijos”.

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