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Por si alguien tenía alguna duda

El Sevilla Atlético, después de cuatro partidos sin ganar despejó cualquier sombra de duda al respecto de su competencia y condición de equipo revelación merced a un buen triunfo ante el Nástic (3-0)

el 14 sep 2009 / 21:35 h.

El Sevilla Atlético, después de cuatro partidos sin ganar (dos empates y dos derrotas) despejó cualquier sombra de duda al respecto de su competencia y condición de equipo revelación, si es que la había generado en algún momento, merced a un buen triunfo ante todo un ex Primera, el Nástic, que ya suma cinco jornadas sin vencer, porque se presentaba en Sevilla de la misma forma que el filial: con ansias y necesidad de volver a ganar tras cuatro partidos sin hacerlo. Fue una victoria fruto del acierto, puesto que el Sevilla ha jugado mejor y ha tenido más ocasiones de gol en otros partidos que acabaron de peor manera, pero en momentos clave llegaron los tantos, también merecidos, y se definió un partido jugado en muchas fases de poder a poder.

Comenzó el encuentro con un Nástic con las líneas de presión adelantadas y sincronizadas. Su entrenador avisaba de que sólo les valía el triunfo y de algún modo se vio que no era palabrería. Se le hacía muy complicado al filial trenzar su fútbol de toque y las llegadas más peligrosas eran visitantes, sobre todo por medio de Maldonado y Antonio Lópes, el primero ex bético y el segundo ex sevillista.

Ambos, desde las bandas, tanto de asistentes como de rematadores, eran los jugadores que tenían la portería más presente en el pensamiento. Pero el fútbol es acierto, el que suele tener Pablo Sánchez, sin duda el jugador más picardeado que tiene el filial, quien logró su cuarto tanto de la temporada.

El gol siempre cambia las cosas. Primero refuerza la moral y las ideas del que lo hace y mina las del que lo recibe, pero además obliga a exagerar los planteamientos. De hecho el Nástic empezó a presionar de forma menos organizada, y aunque seguía atacando con peligro, porque lo tiene, dejaba sus espaldas más descubiertas, y por tanto algo más de fútbol podía hacer el equipo de Fermín Galeote, quien en el tramo final del primer tiempo fue expulsado. Esa acción posibilitó que los minutos de descuento fueran nerviosos, y eso no le convenía al que iba ganando, que recordó lo que le pasó en Vigo y achicó balones como pudo.

Tras el descanso, más de lo mismo. Galeote, pronto, le dio el equipo a Vera, que entró por Salva Sevilla. Vera tenía la misión de tener más balón, quizá llegar menos, pero ofrecerse para que los jugadores más ofensivos del equipo tuvieran más pases que aprovechar. La idea era la correcta, pero no se vio el fruto pretendido hasta el final. Vera y Perotti conectaron y Juanjo culminóla jugada de la sentencia casi en el minuto 90, cuando se preveía el acoso final del equipo que ya no tenía nada que perder y cuando el filial, por las lesiones de sus gafados laterales, defendía con Armenteros, un extremo, como zaguero.

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